El pueblo de Halloween y el monstruo John



Era una noche oscura y escalofriante en el pueblo de Halloween. Las calabazas iluminaban las calles, llenas de risas y gritos de niños disfrazados. Pero, en las sombras de la luna llena, un monstruo llamado John acechaba, persiguiendo a los pequeños que se aventuraban a alejarse de sus amigos.

Shedlestky, un valiente chico de pelo en punta, siempre llevaba su espada de juguete, convencido de que era su mejor defensa. 'Si el monstruo viene, yo lo ahuyento', decía mientras jugaba con sus amigos.

La inteligente Jane, que conocía todo sobre plantas y remedios, ofrecía su ayuda. '-No te preocupes, Shedlestky. Si algo pasa, tengo hierbas que pueden calmar a cualquier monstruo!', respondió mientras revisaba su bolso lleno de frascos.

Por otro lado, estaba Bloxxer, un chico audaz que siempre traía consigo una mochila repleta de artilugios curiosos. '-¡Podemos hacer trampa! Tengo unos fuegos artificiales, si lo asustamos, seguramente se irá corriendo!', sugirió con una sonrisa traviesa.

Una noche, mientras todos estaban en el centro del pueblo disfrutando de las festividades, John decidió salir de su escondite. A medida que el monstruo se acercaba, los niños comenzaron a asustarse. Shedlestky, con su espada en mano, dio un paso adelante.

'-¡Alto, monstruo! No te tenemos miedo!', gritó con valentía.

Pero, en lugar de asustarse, John se detuvo. '-¿No entienden? No quiero hacerles daño. Solo quería jugar!', respondió, su voz grave temblando.

Los amigos se miraron confundidos. Jane, acercándose a John, le preguntó, '-¿Por qué persigues a los niños si solo quieres jugar?'

John suspiró. '-No tengo amigos. Cada vez que me acerco, todos huyen. Solo quería unirme a la diversión.', confesó, con una mirada triste en sus ojos.

Los niños se sintieron mal por él. '-Si quieres, podemos jugar contigo. Pero debes prometer que no asustarás a nadie más', propuso Bloxxer con una sonrisa.

John, emocionado, asintió con entusiasmo. '-¡Prometido!'

Así nació una nueva amistad. Shedlestky guardó su espada, y cada noche de Halloween, John se unía al grupo, creando juegos que sorprendían a todos. Jane utilizó sus conocimientos para preparar un delicioso banquete de dulces para el monstruo, mientras que Bloxxer inventaba juegos de luces con los fuegos artificiales que tantos temores habían traído antes.

Con el tiempo, los niños se dieron cuenta de que no todos los monstruos eran lo que parecían. Aquella noche de Halloween se convirtió en una tradición: John fue el guardián del pueblo de Halloween, protegiendo a los niños y asegurándose de que siempre tuvieran una noche divertida y sin miedos.

Desde aquel entonces, el pueblo no solo celebraba Halloween con dulces y disfraces, sino que también festejaban el valor de la amistad, la empatía y la importancia de mirar más allá de las apariencias.

FIN.

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