El Pueblo de la Colmena



En un pequeño pueblo llamado Colmena, había una peculiar tradición. Cada año, los habitantes se reunían en la plaza principal para decidir cómo mejorar su comunidad. Pero este año, todo parecía diferente. Los caras de los ciudadanos estaban preocupadas; había un ambiente denso y tenso.

Una niña llamada Lía, curiosa y siempre dispuesta a ayudar, pidió a su mamá que la llevara a la reunión. A medida que se acercaban, Lía pudo escuchar lo que decían los adultos.

"¡Necesitamos más servicios!", decía don Ramón, el carnicero.

"Pero no tenemos dinero para eso", contestó doña Clara, la maestra.

"¿Qué tal si hacemos algo diferente?", propuso el alcalde, don Felipe.

Lía, con su mente inquieta, tuvo una idea. Se acercó a los adultos y dijo:

"¡Hola! ¿Puedo hablar? Tengo un plan para ayudar a nuestro pueblo."

Los adultos la miraron con sorpresa.

"¿Tú, una niña? ¿Qué plan puedes tener?", inquirió don Ramón, escéptico.

"Podemos trabajar juntos, cada uno aportando sus talentos. Todos tenemos algo que ofrecer. Si hacemos un censo de las habilidades de cada persona, podemos organizarnos mejor y así ahorrar recursos."

A pesar de la sorpresa inicial, los adultos empezaron a pensar en la propuesta de Lía. Sin embargo, aún había dudas.

"Pero, ¿y si alguien no quiere colaborar?", preguntó doña Clara, preocupada.

"Podemos motivarlos. Tal vez un día de juegos, donde cada habilidad se muestre, ¡así todos estarían más dispuestos!", sugirió la niña.

Al principio, hubo críticas y murmullos, pero Lía no se desanimó. En su corazón, creía firmemente en su idea. Con el apoyo de su madre, empezó a reunir a los ciudadanos:

"¡Vamos a crear una lista con las habilidades de cada uno!"

"Yo sé contar cuentos", dijo Tomás, el panadero.

"Yo puedo hacer jardinería", agregó Mariana, la abuela del pueblo.

"¡Y yo enseño a tocar el piano!", exclamó Lisandro, el joven músico.

Con el apoyo de todos, Lía organizó un evento lleno de música, historias y risas. El día de la feria, cada quien mostró su talento, y los vecinos comenzaron a sentir la unión del pueblo.

Al finalizar el día, Lía se subió a un cajón de madera y, con el corazón palpitante, dijo:

"Si todos alineamos nuestros talentos, podemos hacer de Colmena un lugar mejor. No solo se necesita dinero, ¡se necesita creatividad y unión!"

El pueblo estalló en aplausos y risas, y los adultos empezaron a darse cuenta de que lo que necesitaban no era más dinero, sino una mejor organización y colaboración.

"¡Increíble idea, Lía!", exclamó don Felipe, el alcalde.

A partir de ese día, el pueblo de Colmena se convirtió en un ejemplo de Desarrollo Organizacional. Las personas comenzaron a trabajar en equipo, utilizando sus fortalezas para hacer crecer la comunidad. La calidad de vida mejoró, y el pueblo echó raíces de amistad y colaboración.

Así, cada año, en lugar de solo hablar de problemas, Colmena celebraba su día de talentos, y Lía aprendió que, con esfuerzo y unión, se pueden resolver los grandes desafíos de la vida.

La historia de Lía y su pueblo se extendió a otros lugares y, con el tiempo, todos aprendieron que desarrollar una comunidad se basa en la colaboración y la creatividad. La Colmena fue un faro de esperanza para otros pueblos, mostrando que el Desarrollo Organizacional no es sólo una técnica; es el corazón de las comunidades que se apoyan y crecen juntas.

Y así, Colmena prosperó, y Lía se convirtió en una joven líder, inspirando a otros a seguir su ejemplo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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