El pueblo rosa



Había una vez una niña llamada Sofía, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos y coloridos jardines.

Un día, Sofía se despertó y notó que todo a su alrededor era de color rosa: las paredes de su habitación, el techo, los muebles e incluso su ropa. Sofía estaba sorprendida por esta extraña transformación y decidió investigar qué había pasado. Salió corriendo de su casa y se encontró con sus amigos Lucas y Valentina.

Ambos también estaban vestidos con tonos rosados. - ¡Hola, Sofía! -saludaron Lucas y Valentina al unísono. - ¿Ustedes también están viendo todo rosado? -preguntó Sofía intrigada. - Sí, desde que nos despertamos esta mañana todo ha cambiado -respondió Valentina.

Decidieron explorar el pueblo para descubrir la causa de este fenómeno. Mientras caminaban por las calles, vieron a todos los vecinos luciendo prendas rosadas y sonriendo felizmente. - ¡Esto es realmente extraño! -exclamó Lucas-.

Pero parece que a todos les gusta el color rosa. Sofía recordaba lo mucho que le gustaba ese color cuando era más pequeña, pero ahora prefería otros colores como el azul o el verde.

Sin embargo, no podían negar que el ambiente se sentía cálido y amigable bajo esa tonalidad rosa. En su búsqueda de respuestas, llegaron al parque del pueblo donde encontraron a Don Tomás, un anciano sabio conocido por sus historias mágicas sobre la naturaleza.

- Buenos días chicos, veo que también han sido tocados por la magia del color rosa -dijo Don Tomás con una sonrisa. - Sí, pero no sabemos qué hacer o cómo volver a la normalidad -respondió Sofía.

Don Tomás les explicó que el pueblo había estado sumido en un periodo de tristeza y desánimo. La llegada del color rosa era una señal de esperanza y alegría para todos. Les enseñó a apreciar las pequeñas cosas de la vida y a encontrar belleza en cada momento.

- El color rosa nos recuerda que debemos amar y cuidar nuestro entorno, así como valorar nuestras relaciones con los demás -agregó Don Tomás-. No es solo un cambio externo, sino también interno.

Es hora de abrir nuestros corazones al amor y la comprensión. Sofía, Lucas y Valentina comprendieron el mensaje de Don Tomás y decidieron aprovechar esta oportunidad para cambiar su perspectiva sobre el mundo.

Aprendieron a disfrutar de las cosas simples, como un paseo por el campo o compartir risas con sus amigos. Con el tiempo, se dieron cuenta de que el color rosa no era solo algo estético, sino una forma de ver la vida llena de positividad y empatía hacia los demás.

Comenzaron a notar cómo su actitud afectaba su entorno: cuanto más amables eran con los demás, más felices se sentían ellos mismos. Poco a poco, el color rosa comenzó a desvanecerse hasta regresar al equilibrio original del pueblo.

Sin embargo, Sofía, Lucas y Valentina llevaron consigo ese espíritu positivo durante toda su vida. Y así termina nuestra historia sobre una niña que se despertó y vio todo rosado.

Una historia que nos enseña a encontrar la belleza en las cosas simples, a valorar nuestras relaciones y a ser amables con los demás. Porque, al final del día, lo más importante es el amor y la alegría que podemos compartir con quienes nos rodean.

FIN.

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