El Puente de Amistad



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Valentina. Ella era muy curiosa y le encantaba explorar. Pero un día, todo cambió. Su mamá le dijo con una sonrisa:

"Valentina, nos mudamos a otro país para que papá pueda trabajar."

Valentina frunció el ceño. No sabía qué significaba eso. Pronto, su familia se trasladó a un lugar llamado España. Un país lleno de historia, colores vibrantes y, lo más importante, nuevos amigos.

El primer día de clase, Valentina fue con un nudo en la panza. Los otros niños hablaban rápido y ella apenas entendía su acento. Se sentó sola en un rincón del patio, mirando como las demás chicas jugaban a la pelota.

De repente, una niña con el cabello rizado y una gran sonrisa se acercó a ella.

"Hola, soy Lola. ¿Te gustaría jugar con nosotras?" - preguntó con amigable entusiasmo.

Valentina dudó por un momento, pero la calidez de Lola le dio coraje.

"Me encantaría, pero no sé mucho de fútbol..." - confesó Valentina.

"¡No te preocupes! Aquí todos aprendemos jugando. Vamos a divertirnos juntas." - respondió Lola.

Así empezó la amistad entre Valentina y Lola. Cada día, Valentina se aventuraba a aprender nuevas palabras en español y a jugar diferentes juegos. Lola le enseñó a hacer empanadas y Valentina le mostró cómo se arman las figuras de origami.

Pero un día, las cosas no salieron como esperaban. En la escuela organizaron una competencia de talentos. Todos los niños estaban muy emocionados.

"Valentina, deberíamos participar juntas!" - sugirió Lola, llena de energía.

Valentina se sintió insegura.

"Pero no sé cantar ni bailar como todos..." - respondió dudosa.

Lola la miró con seriedad y dijo:

"No necesitas ser la mejor. ¡Solo necesitas divertirte y compartir lo que sabes!"

Movida por la confianza de su amiga, Valentina aceptó. Juntas decidieron hacer un número en el que Valentina contaría una historia de Argentina y Lola una historia de España.

En una semana, prepararon todo. Pero justo unos días antes de la competencia, Lola se resfrió y tuvo que quedarse en casa.

Valentina se sintió perdida y pensó que todo había terminado. Pero entonces record ó lo que había aprendido con Lola: no se trataba de ser la mejor, sino de disfrutar y mostrar quiénes eran.

El día de la competencia, Valentina se presentó sola, pero con mucho valor. Subió al escenario y vio a la audiencia esperándola. Con el corazón latiendo fuerte, comenzó a contar la historia de un gaucho que luchaba contra viento y marea.

"Érase una vez un gaucho que recorría pampas en su caballo..." - empezó, y poco a poco se fue sintiendo más segura mientras los aplausos entre el público la alentaban.

Al finalizar, hizo una reverencia y escuchó a las risas y aplausos de sus compañeros. Fue un momento mágico. Cuando bajó del escenario, su corazón saltó de alegría.

Al final de la competencia, todos los niños fueron premiados, y Valentina recibió un reconocimiento por su valentía. No podían faltar las palabras de Lola:

"¡Lo hiciste increíble! Estuve contigo en espíritu!" - exclamó emocionada al verlo por video.

Esa experiencia unió aún más a las dos amigas y Valentina entendió que la verdadera amistad atraviesa fronteras, idiomas y diferencias.

Con el tiempo, Valentina se adaptó gracias a la ayuda de Lola, quien siempre fue su gran apoyo. Juntas aprendieron que lo que realmente importa son los momentos compartidos y los recuerdos que crean, sin importar los desafíos.

FIN.

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