El puente de la amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían dos amigos inseparables: Lucas y Martina. Ambos eran curiosos y aventureros, siempre buscando nuevas formas de divertirse.
Un día, mientras caminaban por el bosque cercano al pueblo, llegaron a un río que dividía el camino hacia la montaña. Pero para su sorpresa, el puente que solía estar allí había desaparecido. - ¡Oh no! ¿Cómo vamos a cruzar ahora? -exclamó Martina preocupada. - No sé...
pero no podemos quedarnos aquí parados -respondió Lucas con determinación-. Vamos a encontrar una solución. Los dos amigos se miraron y sonrieron confiados. Decidieron buscar materiales para construir un nuevo puente.
Caminaron por todo el bosque reagarrando palos, ramas y piedras hasta tener suficiente material para comenzar la construcción. - Listo Martina, creo que tenemos todo lo que necesitamos -dijo Lucas emocionado-. Ahora solo nos falta armarlo.
Con paciencia y trabajo en equipo, los dos amigos comenzaron a ensamblar las piezas del nuevo puente. Se dieron cuenta de que necesitarían algo más fuerte para sostenerlo en su lugar. - Creo que encontré algo perfecto -gritó Martina desde el otro lado del río-.
¡Una soga resistente! Lucas agarró la soga y la ató firmemente entre dos árboles robustos en cada orilla del río. Luego colocaron los palos encima de la cuerda hasta formar una estructura sólida. Finalmente, después de mucho esfuerzo, el puente estaba terminado.
Pero cuando Lucas dio el primer paso para cruzar, se dio cuenta de que algo no andaba bien. - Martina, el puente está muy inestable. No creo que podamos cruzarlo así -dijo Lucas preocupado.
Martina miró con tristeza la construcción y asintió en acuerdo. Ambos sabían que debían encontrar otra solución. Fue entonces cuando un anciano llamado Don Pedro apareció por casualidad.
Él había estado observando a los niños durante todo el proceso de construcción del puente improvisado. - Jóvenes, veo que tienen un gran espíritu de trabajo en equipo y determinación -dijo Don Pedro sonriendo-. Pero quizás haya una forma más segura de cruzar este río.
Don Pedro les explicó a Lucas y Martina sobre un viejo camino secreto que había alrededor del bosque para llegar a la montaña. Les dijo que era más largo pero mucho más seguro que intentar cruzar el río por cualquier medio improvisado.
Los ojos de los amigos se iluminaron con esperanza mientras escuchaban atentamente las palabras del anciano. Tomaron nota mentalmente de cada detalle y decidieron seguir su consejo.
Así fue como Lucas y Martina dejaron atrás su fallido intento de construir un puente y comenzaron a explorar el camino secreto sugerido por Don Pedro. Aunque tardaron más tiempo en llegar a la montaña, disfrutaron del paisaje maravilloso del bosque y aprendieron valiosas lecciones sobre perseverancia y escuchar los consejos sabios de otras personas.
Desde aquel día, Lucas y Martina siempre recordaban la importancia de pensar antes de actuar y buscar diferentes soluciones a los problemas que se les presentaban.
Y aunque nunca construyeron un puente, su amistad sólida y su espíritu aventurero fueron el verdadero puente que los ayudó a superar cualquier obstáculo que encontraron en su camino. Y así, juntos, siguieron explorando nuevas rutas y descubriendo nuevos caminos en Villa Esperanza.
Porque cuando uno tiene un amigo de verdad, no hay obstáculo que no pueda superarse.
FIN.