El Puente de la Amistad
Había una vez un bosque encantado donde vivían animales de todas las formas y tamaños. En este bosque, los animales eran muy diferentes entre sí: algunos tenían plumas brillantes, otros tenían escamas coloridas y algunos simplemente tenían pelaje suave.
Pero a pesar de sus diferencias, todos los animales vivían en armonía y respeto mutuo. Un día, llegó un nuevo animal al bosque. Era un pequeño conejo llamado Ramiro, que venía de otro país lejano.
Ramiro era diferente a los demás animales del bosque: tenía orejas grandes y largas, y hablaba con palabras extrañas que nadie entendía. Al principio, los demás animales se sintieron desconcertados por la presencia de Ramiro.
No estaban acostumbrados a ver a alguien tan diferente a ellos. Algunos incluso comenzaron a burlarse de él por ser —"diferente" . Pero había una sabia tortuga llamada Carmen que siempre estaba dispuesta a enseñarle lecciones valiosas a los demás animales del bosque.
Carmen decidió hablar con Ramiro para conocerlo mejor y entender su cultura. "Hola, Ramiro", dijo Carmen amablemente. "Me gustaría saber más sobre ti y tu cultura". Ramiro se sorprendió gratamente al encontrar a alguien tan interesado en conocerlo realmente.
Él compartió historias sobre su país natal y les enseñó algunas palabras en su idioma.
Con el tiempo, los otros animales comenzaron a darse cuenta de que no importaba cuán diferentes fueran ellos o cómo se veían, todos eran iguales en el fondo. Un día, mientras exploraban el bosque, los animales se encontraron con un arroyo. Había una gran piedra en medio del arroyo y ninguno de ellos sabía cómo cruzar. "¿Qué podemos hacer?", preguntó preocupado Ramiro.
Carmen sonrió y dijo: "Tranquilos, todos somos diferentes pero juntos podemos encontrar una solución". Los animales comenzaron a trabajar juntos para construir un puente improvisado con ramas y hojas.
Cada uno aportó su habilidad única: las ardillas recolectaron las ramas más fuertes, los pájaros volaron alto para buscar hojas grandes y los conejos cavaron agujeros profundos donde colocar las ramas. Después de mucho esfuerzo, el puente estuvo listo.
Los animales cruzaron el arroyo en fila india, celebrando su éxito mientras caminaban por el otro lado. Fue en ese momento que todos se dieron cuenta de lo valioso que era tener diferentes habilidades y perspectivas.
Aprendieron que la diversidad no era algo que debía temerse o ridiculizarse, sino algo que debía ser valorado y celebrado. Desde ese día, los animales del bosque vivieron en completa armonía e interculturalidad. Aprendieron a respetar y apreciar las costumbres y culturas unos de otros sin importar cuán diferentes fueran.
Y así, gracias a la amistad entre Ramiro y Carmen, el bosque encantado se convirtió en un lugar mágico donde todos eran iguales sin importar sus diferencias culturales o costumbres.
FIN.