El Puente de la Esperanza

Había una vez una familia muy unida llamada Ramírez Thiana. Estaba compuesta por los padres, Mamá y Papá, y sus dos hijos, Joao Felipe y Thiana.

Un día, la familia decidió hacer una excursión al campo para disfrutar del aire libre y de la naturaleza. Pero cuando llegaron allí se dieron cuenta de que el lugar estaba lleno de basura y desechos. -¡Qué tristeza ver así este hermoso lugar! -dijo Mamá con preocupación-.

Debemos hacer algo al respecto. -¡Tienes razón! -respondió Papá-. Podemos reagarrar toda esta basura para dejar el lugar limpio otra vez.

Joao Felipe y Thiana también se unieron a la tarea y comenzaron a reagarrar todo lo que encontraban en su camino: botellas vacías, latas oxidadas, plásticos rotos... Pero mientras trabajaban juntos en equipo, descubrieron algo sorprendente: debajo de tanta basura había un pequeño riachuelo cristalino que fluía con fuerza. -¡Miren chicos! ¡Aquí hay agua fresca! -exclamó Thiana emocionada-.

¿Por qué no construimos un puente para cruzarlo sin ensuciarlo? Y así fue como toda la familia comenzó a trabajar en ese nuevo proyecto.

Con palos, piedras y ramas construyeron un hermoso puente rústico que permitía cruzar el arroyo sin dañarlo. Cuando terminaron su trabajo se sentaron juntos para admirar su obra maestra. Y entonces Joao Felipe dijo:-¿Saben qué? Este es nuestro legado, algo que podemos dejar para las futuras generaciones.

No sólo limpiamos este lugar, también lo mejoramos. -Exacto -asintió Papá-. Y eso es lo que debemos hacer siempre: cuidar de nuestro planeta y dejarlo en mejores condiciones de las que lo encontramos.

Desde ese día, la familia Ramírez Thiana se convirtió en un ejemplo a seguir para su comunidad. Cada vez que había una tarea difícil por hacer o un lugar que necesitaba ayuda, ellos estaban allí para ofrecer su ayuda y su granito de arena.

Y así, gracias a su esfuerzo y compromiso con el medio ambiente, lograron inspirar a muchas personas a seguir sus pasos y trabajar juntos por un mundo más limpio y sostenible.