El puente de la solidaridad
Había una vez un hermoso bosque lleno de vida y color, donde los animales vivían en armonía con las flores que alegraban el paisaje. Cada día, los pájaros cantaban alegremente mientras las mariposas revoloteaban entre las flores.
Un día, algo extraño comenzó a suceder. Las flores empezaron a marchitarse y perder su brillo, y los animales notaron que algo no iba bien. El conejo Ramón, curioso por naturaleza, decidió investigar qué estaba pasando.
Corrió hacia el lago del bosque para hablar con la rana Rosita, quien siempre estaba al tanto de todo lo que ocurría en el lugar. "¡Rosita! ¿Has notado que las flores están perdiendo su color? ¿Sabes qué está pasando?" -preguntó Ramón preocupado.
La rana Rosita miró alrededor antes de responder. "Sí, Ramón. Algo extraño está ocurriendo. Las flores se están marchitando porque han dejado de recibir agua del río". Ramón frunció el ceño. "Pero eso es imposible.
El río siempre ha estado ahí para proveerles agua a las plantas". Rosita asintió. "Lo sé, pero parece ser que hay un problema con la presa del río. Está bloqueada y el agua no puede fluir hacia nosotros".
Ramón decidió entonces ir en busca de ayuda. Corrió hasta la madriguera del zorro Zorrito para pedirle consejo. "Zorrito, necesito tu ayuda urgente", dijo Ramón jadeante por la carrera.
"Las flores se están marchitando porque el agua del río no llega hasta ellas". Zorrito pensó por un momento y luego sonrió. "Tengo una idea, Ramón. Conozco a un castor llamado Benito que es experto en construcción de represas.
Seguro puede ayudarnos a desbloquear el río y hacer que el agua vuelva a fluir". Ramón asintió emocionado. "¡Vamos a buscarlo de inmediato!". Los dos amigos corrieron hacia el lugar donde vivía Benito, y cuando lo encontraron le explicaron la situación.
Benito escuchó atentamente y decidió ayudarlos. "No se preocupen, amigos. Yo sé cómo solucionar esto", dijo con determinación. Benito construyó rápidamente una especie de puente para desbloquear la presa del río.
Cuando terminó, el agua comenzó a fluir nuevamente y las flores empezaron a recuperarse poco a poco. El bosque volvió a llenarse de vida y color mientras los animales celebraban su victoria sobre la sequía.
Los pájaros cantaban más fuerte que nunca y las mariposas revoloteaban con alegría entre las flores renovadas. A partir de ese día, los animales aprendieron una valiosa lección: la importancia de trabajar juntos para enfrentar los problemas. Comprendieron que cada uno tenía habilidades únicas que podían contribuir al bienestar del bosque.
Desde entonces, todos los habitantes del bosque cuidaron del río y trabajaron juntos para mantenerlo limpio y despejado, asegurándose así de que nunca más faltara agua para las flores ni para ellos mismos.
Y así, el bosque volvió a ser un lugar mágico donde los animales y las flores vivían en perfecta armonía, recordando siempre la importancia de cuidar y proteger su hogar.
FIN.