El puente de la solidaridad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arbolito, donde vivía una niña llamada Lola. Ella era muy curiosa y siempre estaba buscando formas de ayudar a los demás.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un río que impedía el paso a las personas que querían cruzarlo. Lola se puso a pensar en cómo podría ayudar a esas personas a cruzar el río, y de repente tuvo una brillante idea.

Decidió construir un puente con la ayuda de todos los habitantes del pueblo. Les explicó su plan y todos se pusieron manos a la obra.

Durante días, trabajaron juntos cortando madera, clavando clavos y colocando piedras para asegurar que el puente fuera resistente. Finalmente, después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, el puente quedó terminado y listo para ser utilizado.

Un anciano del pueblo fue el primero en cruzar el puente y cuando llegó al otro lado, se dio cuenta de algo maravilloso: el puente no solo les permitía cruzar el río físicamente, sino que también les brindaba apoyo emocional y solidaridad. Las personas se sentían más unidas que nunca gracias al esfuerzo conjunto para construir el puente.

Días después, una fuerte tormenta azotó Arbolito y el río creció tanto que amenazaba con llevarse todo lo que encontrara a su paso.

Pero gracias al nuevo puente construido por Lola y los habitantes del pueblo, pudieron evacuar a todas las familias sin ningún problema. Desde ese día, Lola se convirtió en la heroína del pueblo y todos le estaban eternamente agradecidos por su ingenio y generosidad.

El puente se convirtió en un símbolo de unidad y solidaridad para toda la comunidad de Arbolito. Y así, gracias al espíritu colaborativo de Lola y los habitantes del pueblo, demostraron que cuando las personas se unen para ayudarse mutuamente pueden superar cualquier obstáculo que se interponga en su camino.

¡Y colorín colorado este cuento solidario ha terminado!

FIN.

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