El puente de Layan y Roco



Layan era una leoncita curiosa y valiente. Siempre estaba buscando nuevas aventuras, aunque eso significara desviarse del camino seguro hacia el colegio.

Un día, mientras caminaba por la selva, se encontró con un río caudaloso que bloqueaba su paso. "¡Oh no! ¿Cómo podré cruzar este río?", pensó Layan preocupada. Fue entonces cuando apareció Roco, un simpático mono que vivía en los árboles cercanos. Roco había visto a Layan desde arriba y decidió bajar para ayudarla.

"Hola, Layan. ¿Necesitas ayuda para cruzar el río?", preguntó Roco con una sonrisa amigable. "Sí, Roco. No sé cómo hacerlo. Parece muy peligroso", respondió Layan con sinceridad.

Roco pensó por un momento y luego tuvo una brillante idea. "¡Ya sé! Podemos construir un puente con las ramas de estos árboles y así podrás cruzar sin problemas", propuso Roco emocionado. Layan asintió emocionada ante la genial idea de su amigo mono.

Juntos, comenzaron a recolectar ramas fuertes y resistentes para construir el puente sobre el río. Trabajaron duro y en poco tiempo tenían listo un sólido puente que atravesaba el agua cristalina.

"¡Lo logramos, Roco! Gracias por tu ayuda", exclamó Layan feliz mientras cruzaba el puente con cuidado. Del otro lado del río, Layan se despidió de su amigo Roco y continuó su camino hacia el colegio. Mientras caminaba, reflexionaba sobre lo importante que es trabajar en equipo y pedir ayuda cuando la necesitas.

Finalmente, llegó al colegio donde todos estaban preocupados por su ausencia.

La directora, Doña Jirafa, regañó cariñosamente a Layan por haberse perdido en la selva pero también la felicitó por demostrar valentía y solidaridad al construir el puente junto a Roco. Desde ese día, Layan aprendió que aventurarse está bien siempre y cuando se haga con responsabilidad y confianza en los demás.

Y así siguió siendo la leoncita más traviesa de la selva pero ahora también la más sabia y solidaria.

FIN.

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