El puente de los sueños
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Ángel que estaba enamorado de una niña llamada Leojana.
Ángel era un niño muy alegre y soñador, siempre con una sonrisa en el rostro, mientras que Leojana era dulce y amable con todos los que la rodeaban. Desde que se conocieron en la escuela, Ángel y Leojana se hicieron inseparables. Jugaban juntos en el parque, compartían sus meriendas y se contaban sus secretos más profundos.
Pero había un problema que entristecía sus corazones: la distancia que separaba las casas de Ángel y Leojana era muy grande.
Un día, mientras paseaban por el río que cruzaba Villa Esperanza, Ángel le dijo a Leojana con tristeza en su voz: "-Leojana, ¿crees que algún día podremos estar juntos de verdad?". Ella lo miró con cariño y respondió: "-Ángel, aunque estemos lejos físicamente, siempre estaremos cerca en nuestros corazones".
Decididos a encontrar una solución para poder estar juntos, Ángel y Leojana buscaron consejo en la sabia abuela Margarita. Ella les dijo: "Mis queridos niños, cuando dos personas se quieren de verdad, no hay distancia que los pueda separar.
Solo necesitan creer en ustedes mismos y nunca perder la esperanza". Motivados por las palabras de la abuela Margarita, Ángel y Leojana idearon un plan para acortar la distancia entre ellos.
Construyeron un puente hecho de sueños y deseos donde podrían encontrarse cada noche para compartir momentos especiales. Así fue como todas las noches, al cerrar los ojos antes de dormir, Ángel cruzaba el puente de sueños hacia donde estaba Leojana.
Juntos jugaban en prados llenos de flores de colores brillantes e inventaban historias fantásticas que los transportaban a mundos mágicos. Con el paso del tiempo, la conexión entre Ángel y Leojana se hizo aún más fuerte gracias al puente de sueños que habían construido con amor y esperanza.
Aprendieron que el verdadero amor va más allá de la distancia física y se encuentra en los momentos compartidos y las experiencias vividas juntos. Y así, Ángel y Leojana demostraron que cuando dos personas se quieren sinceramente, nada puede interponerse en su camino.
Su historia inspiró a todos en Villa Esperanza a creer en la magia del amor verdadero y en la fuerza imparable de los sueños compartidos.
Y aunque nunca pudieron estar juntos físicamente, sus corazones permanecieron unidos para siempre gracias al puente invisible pero poderoso que habían creado con su amor inquebrantable.
FIN.