El Puente de los Sueños



En un pequeño pueblo de la Baja Edad Media, vivía un joven siervo llamado Tomás. Trabajaba todos los días en los campos de su señor, cultivando la tierra y cuidando los animales, soñando con una vida diferente. Una noche, mientras Tomás soñaba, una estrella fugaz pasó por el cielo. "¡Ojalá pudiera ser libre!" suspiró.

Al día siguiente, mientras trabajaba, conoció a Sofía, una chica de la burguesía que había venido al pueblo para explorar.

"Hola, ¿por qué pareces tan triste?" le preguntó Sofía.

"Soy un siervo y trabajo para el señor de estas tierras. Nunca tendré la libertad de hacer lo que quiero," respondió Tomás.

"¡Eso no está bien! Todos deberíamos tener la oportunidad de soñar y ser felices," dijo Sofía con determinación.

Sofía decidió ayudar a su nuevo amigo. Así que juntos comenzaron a hablar con otros siervos para pedir más derechos y mejores condiciones de trabajo.

Un día, mientras se sentaban bajo un árbol, Tomás dijo:

"¿Y si nuestros sueños se vuelven realidad?"

"¡Se volverán realidad! Pero necesitamos unirnos," respondió Sofía.

Los dos jóvenes organizaron una reunión secreta en el bosque. Cuando llegó el día, varios siervos asistieron.

"¡Es hora de que nos hagamos escuchar!" exclamó Sofía.

Tomás sintió el fuego de la emoción recorrer su cuerpo.

"¡Juntos somos más fuertes!" gritó.

Mientras tanto, el señor del lugar, al enterarse de estas reuniones, envió a sus guardias a poner fin a la algarabía.

"¡Silencio! No pueden hablar así!" gritó el jefe de los guardias.

"¡Lo que es justo debe ser escuchado!" respondió Tomás, sorprendiéndose de su propia valentía.

Los guardias avanzaron, pero Sofía tuvo una brillante idea.

"¡Hagamos el Puente de los Sueños!" propuso.

"¿Qué es eso?" preguntó Tomás.

"Un lugar donde todos hablemos de nuestros sueños y derechos. Si nos unimos, tal vez nuestro señor nos escuche."

Y así, el Puente de los Sueños se construyó con ramas y flores, convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la libertad y los sueños.

Con el apoyo de la joven burguesa, los siervos aprendieron a hablar con respeto pero con firmeza. Pronto, el rumor de sus ideas comenzó a llegar al castillo. Hasta que un día, el propio señor decidió escuchar a su pueblo.

"He escuchado rumores sobre un Puente de los Sueños. ¿Qué están pidiendo?" preguntó con curiosidad.

"¡Señor! Queremos derechos. Queremos ser parte de la comunidad," se animó Tomás.

"Los tiempos están cambiando y también las costumbres. Quizás sea momento de reflexionar sobre lo que hemos construido juntos," respondió el señor.

Con el tiempo, el diálogo se volvió común, y el señor decidió mejorar las condiciones de los siervos.

"A partir de hoy, cada uno de ustedes podrá tener una parte de la cosecha y venderla en el mercado," anunció el señor.

Tomás, Sofía y todos los siervos celebraron y construyeron el puente de la esperanza en sus corazones.

"Los sueños se hacen realidad cuando luchamos juntos," dijo Tomás con una sonrisa.

"Este es solo el comienzo," respondió Sofía, contenta.

Así, en la alta Edad Media, el pueblo creció en unidad y respeto, y los sueños de todos los jóvenes, siervos y burgueses, comenzaron a florecer, llevando el amor y la esperanza a cada rincón de la comunidad.

Y así, cada noche, bajo el cielo estrellado, Tomás seguía pidiendo deseos, no solo para él, sino para todos sus amigos.

"¡Ojalá nunca dejemos de soñar!" exclamó, mientras un nuevo deseo surcaba el cielo.

FIN.

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