El puente mágico de la amistad



Había una vez en el hermoso barrio de Ramos Mejía, tres amigas llamadas Mora, Emma y Fiore. Eran inseparables y siempre estaban juntas, pero tenían un problema: peleaban por todo.

Un día soleado, las tres amigas decidieron ir al parque a jugar. Mora quería subirse al columpio primero, pero Emma insistió en que era su turno. Fiore intentó mediar entre ellas, pero solo logró que se enfadaran más.

"Miren chicas", dijo Fiore con voz tranquila, "¿no sería mejor si disfrutamos del parque juntas? Podemos turnarnos para subirnos al columpio". Las niñas pensaron por un momento y asintieron con la cabeza.

Decidieron que cada una tendría cinco minutos para balancearse en el columpio y luego pasarían a otra actividad. El plan funcionó muy bien y las tres amigas se divirtieron mucho juntas. Jugaron a la cuerda, corrieron carreras y hasta construyeron un castillo de arena gigante.

Pero cuando llegó la hora de regresar a casa, volvieron las peleas. Esta vez era porque no podían decidir qué camino tomar para llegar más rápido.

Mora quería ir por la calle principal porque decía que era más corta; Emma prefería tomar un atajo por el bosquecito; y Fiore sugería seguir el camino del río porque era más bonito. La discusión se volvió tan acalorada que parecían estar a punto de perder su valiosa amistad.

Fue entonces cuando apareció Don Tacho, un anciano sabio del barrio conocido por sus consejos acertados. Don Tacho se acercó a las niñas y les dijo: "Chicas, sé que tienen opiniones diferentes, pero siempre hay una solución pacífica.

¿Por qué no prueban combinar todas sus ideas?"Las amigas se miraron confundidas, pero decidieron seguir el consejo del sabio anciano. Tomaron la calle principal hasta llegar al bosquecito y luego siguieron el camino del río. Para su sorpresa, descubrieron un hermoso puente de madera rodeado de flores silvestres.

Era un lugar tan encantador que las tres amigas se dieron cuenta de lo tontas que habían sido peleando por algo tan insignificante como elegir un camino. "Miren chicas", exclamó Mora emocionada, "este lugar es maravilloso.

No importa cuál fuera el camino correcto, lo importante es que estamos juntas". Emma y Fiore asintieron con la cabeza y abrazaron a su amiga Mora. A partir de ese día, prometieron dejar de pelear por tonterías y valorar más su amistad.

Y así fue como Mora, Emma y Fiore aprendieron una valiosa lección: que las diferencias son normales y pueden enriquecer nuestras vidas si aprendemos a respetarnos mutuamente.

Desde aquel día en adelante, las tres amigas vivieron muchas aventuras juntas sin pelearse por cosas triviales. Siempre recordaban aquel hermoso puente como símbolo de su amistad inquebrantable. Y aunque aún tenían desacuerdos ocasionalmente, ahora sabían cómo resolverlos sin dañar su relación especial. Juntas demostraron que la verdadera amistad siempre prevalece sobre cualquier pelea.

FIN.

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