El Puf Mágico de Julián



Era una noche tranquila en la casa de Julián, un niño de cinco años que tenía una imaginación muy grande. Ya era hora de dormir, pero Julián no quería irse a la cama.

"¡No quiero dormir! Quiero jugar con mis juguetes!" - dijo Julián, mientras veía a sus adorados dinosaurios y muñecos brillando en la oscuridad de su habitación.

Su mamá, cansada de insistir, decidió tomar una medida inesperada.

"Si no te vas a dormir, tendré que guardar tus juguetes en el puf mágico. Ellos solo pueden salir cuando un niño dormido se los sueña" - anunció, apuntando hacia un puf de color azul que estaba en la esquina.

Julián, sorprendido, soltó un pequeño quejido.

"¡No! ¡Mis juguetes no!" - exclamó, imaginando a los dinosaurios tristes dentro del puf.

"Bueno, eso depende de vos. Si te acuestas y te duermes, ellos volverán a jugar contigo en tus sueños" - le explicó su mamá, mientras empezaba a poner los juguetes en el puf. "Pero si no, se quedarán allí toda la noche".

Julián se quedó pensativo. Nunca había oído hablar de un puf mágico, y se preguntaba si realmente podía ser verdad.

"¿El puf realmente es mágico?" - inquirió con curiosidad.

Su mamá sonrió con ternura.

"Claro que sí. Cada noche, cuando los niños duermen, el puf permite que los juguetes salgan a explorar sus sueños. Pero ellos necesitan a sus amigos para hacerlo" - respondió.

La idea de que sus juguetes pudieran tener aventuras solo aumentó la curiosidad de Julián. Sin embargo, aún no estaba listo para dejar de jugar.

"Pero... pero no quiero que mis juguetes se sientan solos" - dijo, arrugando la nariz.

Entonces su mamá se sentó junto a él y le contó una historia sobre los juguetes que se perdían en las nubes cuando los niños no dormían.

"Una vez, un dinosaurio que no dejaba de jugar, se quedó atrapado en una nube de sueño y nunca regresó a casa. A todos sus amigos les dolió mucho porque no podían jugar con él" - relató.

"¿Pero cómo hizo para regresar?" - preguntó Julián, intrigado.

"Siempre que un niño valiente decide acostarse y cerrar los ojos, los juguetes pueden seguirlo y así volver a abrazarlo en sueños" - dijo su mamá, dándole un pequeño abrazo.

Julián, sintiéndose un poco más tranquilo, miró al puf y luego a sus juguetes.

"¿Y si yo me voy a dormir? ¿Mis amigos realmente vendrán?" - preguntó, con un brillo de emoción en los ojos.

"Sí, Julián. Ellos siempre están listos para las aventuras en tus sueños, pero solo si te dejas llevar por el sueño primero" - respondió su mamá.

Finalmente, Julián decidió que ya era hora de dormir porque no quería perderse las aventuras que sus juguetes podían tener.

"Está bien, mamá. Me voy a dormir... pero prometeme que mi puf mágico cuidará de ellos" - dijo mientras se acomodaba en su cama.

"Prometido. Y mañana podrás escuchar todas las aventuras que vivieron mientras dormías" - contestó su mamá, apagando la luz suavemente.

Esa noche, Julián soñó con un mundo donde sus juguetes podían volar, jugar y correr. El puf mágico cumplió su promesa y, al despertar, Julián estaba ansioso por escuchar las historias que sus amigos habían vivido entre nubes.

"¿Qué hicieron?" - preguntó emocionado.

Y así, con cada noche que pasaba, Julián aprendió que el sueño era un lugar donde la magia siempre estaba presente, y que sus juguetes lo esperaban cada vez que decidía descansar su cabecita y dejarse llevar por los sueños.

FIN.

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