El pulpo amigo


Había una vez un niño llamado Simón, que a sus 4 años ya era todo un cazador de monstruos.

Él creía firmemente en la existencia de criaturas aterradoras que habitaban en las sombras y se dedicaba a buscarlas por toda su casa. Un día, mientras exploraba el sótano, Simón encontró algo inesperado: ¡un pulpo negro gigante! El pequeño cazador de monstruos estaba asustado al principio, pero luego recordó su valentía y decidió enfrentar al extraño animal.

"¡No te tengo miedo! ¡Soy Simón, el mejor cazador de monstruos!"- gritó con seguridad mientras apuntaba con su linterna al pulpo negro. Pero la criatura no parecía agresiva. De hecho, comenzó a moverse lentamente hacia él.

Simón retrocedió unos pasos, pero luego notó algo curioso: el pulpo tenía una herida en uno de sus tentáculos y parecía estar en problemas. "¿Te lastimaste?"- preguntó Simón acercándose con cautela. El pulpo no respondió, pero pareció entender las palabras del niño.

Entonces Simón tomó coraje y decidió ayudarlo. Buscando entre los objetos del sótano encontró algunas vendas y alcohol para limpiar la herida del pulpo. "Tranquilo amigo"- dijo mientras lejos lo curaba "ya vas a estar mejor.

"Después de unos minutos, la herida del pulpo había sido tratada gracias a los cuidados expertos de SimonDe repente se abrió una puerta detrás de ellos y apareció el papá de Simon muy preocupado.

"¿Qué están haciendo aquí abajo? ¿Estás bien?"- preguntó al ver al pulpo. "Papá, este es mi amigo. Se lastimó y yo lo estoy ayudando", respondió Simón con una sonrisa. El papá de Simon se sorprendió por la valentía y compasión de su hijo.

Además, le explicó que el pulpo era en realidad un juguete inflable que había olvidado guardar después de la fiesta de cumpleaños del año pasado.

A partir de ese día, Simón aprendió una gran lección: no todo lo desconocido es aterrador y hay veces que las criaturas más extrañas pueden necesitar nuestra ayuda. Y así se convirtió en un cazador de monstruos aún más valiente y compasivo.

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