El Pulpo Octavio y la Escuela de los Colores



En un tranquilo pueblo del litoral argentino, había una escuelita llamada 'Los Colores'. Esta escuela era especial porque en ella estudiaban niños de diferentes orígenes, habilidades y culturas. Cada uno aportaba su propio color al aula, creando un arcoíris de sonrisas y risas.

Un día, el director de la escuela decidió organizar un programa especial para celebrar la diversidad. Pensó que sería una buena idea invitar a un nuevo compañero que pudiese enseñarle a los alumnos sobre la vida en el agua. Así, el profesor Dardo, un simpático pulpo llamado Octavio, fue traído desde el océano para dar clases sobre el fascinante mundo marino.

Cuando Octavio llegó a la escuela, todos los niños quedaron asombrados.

"¡Mirá, es un pulpo de verdad!", exclamó Sol, la pequeña que siempre llevaba una trenza de colores.

"¡Qué genial, va a enseñarnos sobre el océano!", dijo Lucas, el curioso del grupo.

Sin embargo, cuando llegó el momento de presentarse, Octavio se sintió un poco nervioso.

"Holaaa, soy Octavio, y vengo del fondo del mar. Estoy aquí para compartir con ustedes el maravilloso mundo marino", dijo arrugando sus tentáculos. La sala estalló en aplausos.

Durante las clases, Octavio mostró imágenes de criaturas asombrosas.

"¿Vieron esta estrella de mar? Son muy diferentes a nosotros, pero también son amigos del océano", explicó.

Un día, los niños decidieron hacer un concurso de talentos. Octavio se emocionó y quiso participar.

"Puedo hacer malabares con mis ocho brazos", anunció.

"¡Sí, hacelo!", gritaron todos.

Pero el día del espectáculo, Octavio se sintió inseguro. Temía que los niños se rieran de él. Mientras esperaba su turno, escuchó a unos alumnos hablando.

- "¿Y si se olvida de algo y hace un lío?", comentó Milo, que siempre fue un poco inseguro también.

"Estoy seguro de que es divertido y les va a gustar", respondió Sofía mientras sonreía.

Octavio sintió un nudo en su pancita. Cuando llegó su turno, miró a su alrededor y vio a todos con ojos llenos de emoción. Decidió confiar en sí mismo. Empezó a hacer malabares con las conchas!"¡Mirá, qué divertido!", gritó Lucas.

"¡Más, Octavio, más!", gritaron los demás.

Octavio se sintió feliz. Estaba disfrutando ese momento y se olvidó de sus miedos. Al final, todos aplaudieron con emoción.

"¡Sos un genio, Octavio!", le dijo Sol.

"¡Eres uno de nosotros!", añadió Sofía con una gran sonrisa.

Desde ese día, Octavio fue un estudiante más, pero el más especial de todos. Usó sus habilidades para ayudar a los demás a ver la belleza única de ser diferentes.

"Cada uno de nosotros tiene un color que aportar, pero juntos hacemos un gran mural", decía siempre Octavio.

Un día, conoció a un niño nuevo, Tomás, que era un poco tímido.

"¿Por qué no te animas a contarnos sobre tu pasatiempo?", le preguntó Octavio.

"No sé, la verdad es que no soy tan interesante", contestó Tomás.

Octavio se acercó y le contó su historia sobre cómo había superado sus propios miedos.

"Cuando un pulpo como yo se encuentra con un grupo de pulpos curiosos, puede ser ameno o asustante, pero siempre vale la pena intentarlo", lanzó Octavio con sus brazos levantados.

Tomás sonrió, sintió un poco más de confianza y pronto empezó a hablar sobre su amor por los juegos de cartas. La clase se llenó de curiosidad y risas. Desde entonces, Tomás se unió al grupo de actividades artísticas y les explicó cómo construir maquetas de barcos, lo que causó una nueva serie de proyectos en la escuela.

A medida que pasaba el tiempo, la diversidad en la escuela se celebró a lo grande. Desde ferias culturales hasta presentaciones artísticas, cada niño encontraba un espacio donde brillar.

"La diversidad es lo que nos hace especiales", decía a menudo el director.

Así, El Pulpo Octavio se convirtió en un símbolo de amistad y aceptación entre los niños. Juntos, crearon un mural enorme en la pared de la escuela donde cada niño dejó su huella, mostrando que aunque todos eran diferentes, juntos eran parte de algo mágico.

Y así, en la escuelita de 'Los Colores', aprendieron que la amistad y la diversidad son lo que hacen del mundo un lugar hermoso.

El pulpo había llegado al corazón de todos, no solo enseñando sobre la vida marina, sino también mostrando que ser diferente nos une. Así, la escuela siguió creciendo en armonía, risas y colores.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!