El pulpo y los dragones en el parque
En un colorido parque de la ciudad de Buenos Aires, vivía un pulpo muy especial llamado Octavio.
A diferencia de los demás pulpos, Octavio tenía ¡ocho tentáculos en lugar de siete! Esto lo convertía en un pulpo muy curioso y único. Un día, mientras Octavio jugaba en el parque, se encontró con dos dragones, Dina y Diego, que también estaban de paseo.
Al principio, Octavio y los dragones se miraron con curiosidad, pero después de un rato decidieron entablar una conversación. -¡Hola, dragones! Soy Octavio, el pulpo de ocho tentáculos. -¡Wow, qué genial! Nosotros somos Dina y Diego, ¡los dragones gemelos! - exclamaron los dos en coro. Octavio y los dragones se divirtieron mucho juntos en el parque.
Jugaron a las escondidas, se columpiaron y hasta organizaron una ronda de cuentos. A medida que pasaba el tiempo, Octavio, Dina y Diego se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, tenían muchas cosas en común.
Aprendieron a valorar y respetar las peculiaridades de cada uno. Un día, mientras caminaban por el parque, escucharon a unos patitos pidiendo ayuda. Se acercaron y vieron que los patitos estaban atrapados en el lodo.
Octavio, Dina y Diego unieron fuerzas y con sus habilidades especiales lograron rescatar a los patitos. Esta experiencia les enseñó que, trabajando juntos, podían lograr cosas maravillosas. Desde ese día, Octavio, Dina y Diego se convirtieron en los mejores amigos del parque.
Juntos, enseñaban a otros animales la importancia de la amistad, la cooperación y el respeto por las diferencias. Y así, el parque se llenó de risas, juegos y mucha solidaridad.
La amistad entre el pulpo y los dragones se volvió una inspiración para todos en el parque, demostrando que la verdadera magia está en la diversidad y en el trabajo en equipo.
FIN.