El puma valiente y el gato flojo


En la selva de la provincia de Misiones, Argentina, vivían dos amigos muy peculiares: el puma valiente y el gato flojo. El puma era conocido por su coraje y valentía, siempre dispuesto a ayudar a los demás, mientras que el gato era famoso por su pereza y falta de motivación para hacer cualquier cosa. A pesar de sus diferencias, eran inseparables y se querían mucho.

Un día, el puma propuso al gato hacer algo emocionante juntos. "¡Vamos a escalar la montaña más alta de la selva!", exclamó el puma con entusiasmo. "No, puma, eso me da mucha pereza. Me conformo con echarme la siesta aquí al sol", respondió el gato con desgano. El puma no se rindió y trató de convencer a su amigo con argumentos llenos de emoción y aventura, pero el gato seguía sin querer moverse.

Entonces, el puma decidió demostrarle al gato que superar sus miedos y pereza traería grandes recompensas. Con paciencia, le contó la historia de un antiguo tesoro escondido en la cima de la montaña, un tesoro que concedería un deseo a quien lo encontrara. El gato, aunque incrédulo, se sintió tentado por la idea de tener un deseo cumplido. Finalmente, accedió a intentarlo, aunque con poca convicción.

Guiados por la valentía del puma y con la promesa del tesoro en sus mentes, comenzaron la travesía. El puma, siempre alegre y decidido, alentaba al gato en cada paso, dándole ánimos para superar sus miedos y su pereza. Juntos sortearon desafíos, escalaron empinadas rocas y atravesaron espesos bosques, siempre con el puma alentando al gato y demostrándole que podía superar sus propias limitaciones.

Finalmente, llegaron a la cima de la montaña, exhaustos pero felices. Para sorpresa del gato, al remover unas piedras, encontraron un cofre antiguo. Al abrirlo, una luz brillante iluminó sus rostros y una voz misteriosa les habló: "Por haber demostrado valentía y superación, se les concederá un deseo cada uno". El gato, emocionado, pidió ser más perseverante y valiente, mientras que el puma pidió que su amigo nunca dejara de ser valiente. La misteriosa voz les concedió sus deseos y el cofre desapareció.

El descenso de la montaña fue más ligero, con el gato lleno de energía y entusiasmo, agradecido por la enseñanza de su valiente amigo. A partir de ese día, el gato se volvió más activo y dispuesto a superar obstáculos, siempre mostrando valentía en cada desafío. Y el puma, orgulloso de su amigo, supo que la amistad y el coraje pueden transformar cualquier corazón.

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