El queso compartido
Había una vez un ratón llamado Tomás que vivía en una pequeña cueva en el campo. Tomás era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras.
Un día, mientras exploraba, encontró un delicioso pedazo de queso escondido debajo de un árbol. Tomás no podía creer su suerte. ¡Era el queso más grande que había visto en toda su vida! Sin embargo, justo cuando se disponía a darle un mordisco, apareció otro ratón llamado Lucas.
"¡Hola! ¿Qué tienes ahí?"- preguntó Lucas con curiosidad. "¡Es queso! El queso más delicioso que he encontrado nunca"- respondió Tomás emocionado. Lucas miró el queso con ojos brillantes y dijo:"-Vaya... parece realmente sabroso".
Tomás decidió compartir su descubrimiento con Lucas y juntos empezaron a disfrutar del rico manjar. Pero pronto se dieron cuenta de que el queso no iba a durar para siempre. "Tenemos que encontrar más queso antes de que este se acabe"- dijo Tomás preocupado.
Así comenzaron la búsqueda de más quesos por todo el campo. Recorrieron prados, bosques e incluso llegaron hasta la granja cercana. Pero por más que buscaron, no encontraron ningún otro pedazo de queso tan grande como aquel primero.
Desanimados, decidieron regresar a la cueva sin nada para comer esa noche. Sin embargo, cuando llegaron allí se llevaron una gran sorpresa: ¡El pedazo de queso había desaparecido!"¿Dónde está nuestro queso?"- exclamó Lucas desconcertado.
Tomás se dio cuenta de que alguien más había encontrado su escondite y había robado el queso. Pero en lugar de enfadarse, decidió que era hora de buscar una solución. "No podemos depender solo del queso para sobrevivir.
Tenemos que ser más astutos y encontrar nuevas formas de conseguir alimento"- dijo Tomás con determinación. Así fue como los dos ratones comenzaron a explorar nuevas opciones.
Aprendieron a recolectar semillas y frutas del campo, a cazar insectos y a buscar comida en la granja sin ser vistos por los humanos. Con el tiempo, Tomás y Lucas se volvieron expertos en encontrar comida por sí mismos. Ya no dependían del queso ni de nadie más para alimentarse.
Además, descubrieron que al compartir sus conocimientos con otros ratones, todos podían tener suficiente comida para vivir felices. La historia de Tomás y Lucas enseña que no debemos depender únicamente de una sola cosa en la vida.
Siempre hay alternativas y soluciones si estamos dispuestos a buscarlas y ser creativos. Además, compartir nuestros conocimientos puede ayudar a todos a tener una vida mejor.
FIN.