El Rápido Río y el Ratoncito Ramón
Había una vez un ratoncito llamado Ramón, que vivía en una casita junto al rápido río. Cada mañana, Ramón escuchaba el agua correr, y el sonido del río rugiendo lo llenaba de curiosidad. Un día, Ramón decidió que quería recorrer el bosque que había más allá del río.
"- Hoy voy a aventurarme en el bosque!", dijo Ramón con emoción.
Después de un desayuno ligero, se despidió de su mamá, quien le advirtió:
"- Ten cuidado, Ramón. El bosque puede ser un lugar extraño. Recuerda siempre seguir el camino."
"- ¡No te preocupes, mami! Soy valiente, y voy a volver con historias increíbles!", contestó Ramón.
Rayos de sol atravesaban las hojas, creando un espectáculo brillante mientras Ramón avanzaba. Pronto escuchó un sonido que le hizo frenar. Era un pajarito atrapado en unas ramas.
"- ¡Ayuda!", gritó el pajarito.
"- No te preocupes, te rescataré!", exclamó Ramón. Con mucho cuidado, comenzó a mover las ramas.
"- Gracias, pequeño ratón! ¿Cómo te llamas?", preguntó el pajarito al verse libre.
"- Soy Ramón. ¿Y tú?", respondió Ramón, sin dejar de sonreír.
"- Yo soy Pip, el pajarito. ¡Eres muy valiente!"
Los dos se hicieron amigos rápidamente. Pip le contó a Ramón sobre el bosque y sus secretos. Mientras caminaban, Ramón le preguntó:
"- ¿Hay alguna forma de cruzar el río sin mojarse?"
"- ¡Claro! Hay un tronco gigante que se cae a veces, y si lo encontramos, podemos cruzar!"
Ramón decidió que deberían buscar el tronco. Después de un rato de búsqueda, lo encontraron, pero el tronco estaba muy resbaladizo.
"- ¿Y ahora cómo cruzamos?", preguntó Ramón nervioso.
"- Yo puedo volar hasta el otro lado y buscar algo para ayudarte", sugirió Pip.
Así fue como Pip voló y encontró unas hojas grandes que comenzaron a flotar. "- ¡Ven! Esto funcionará como una balsa!"
Ramón, confiando en su amigo, se subió a las hojas y Pip empezó a hacerles volar. Al llegar a la otra orilla, Ramón gritaba:
"- ¡Lo hicimos! ¡Gracias, Pip!"
Pero el camino no había terminado. Se adentraron más en el bosque y de repente se encontraron con un grupo de conejos que parecían muy preocupados.
"- ¿Qué les pasa?", preguntó Ramón.
"- ¡Un viejo árbol se ha caído y bloquea nuestra salida!", dijeron los conejos al unísono.
"- No se preocupen, ¡podemos ayudarles!", dijo Ramón decidido.
Así, juntos, todos los pequeños animales se pusieron a trabajar. Ramón y Pip lideraron a los conejos mientras todos colaboraban para mover las ramas caídas. Después de mucho esfuerzo, lograron despejar el camino.
"- ¡Gracias, Ramón! ¡Eres un héroe!", dijeron los conejos.
El sol comenzaba a ocultarse y Ramón supo que era hora de regresar a casa. Se despidió de Pip y prometió volver a visitarlo.
"- ¡Nos vemos, Ramón! No olvides contarle a tu mamá sobre nuestras aventuras!"
Al regresar, Ramón compartió su día lleno de emociones con su mamá.
"- ¡Tienes que ser valiente, hijo! Pero también debes recordar lo importante que es ayudar a los demás."
Desde ese día, Ramón se convirtió en el ratoncito más querido del bosque, siempre listo para ayudar a sus amigos y vivir nuevas aventuras.
Y así, el rápido río siguió fluyendo, llevando consigo las historias de Ramón y sus amigos, y la promesa de nuevas aventuras por venir.
FIN.