El Ratón Chef y el Crítico de Cocina
Había una vez un ratón llamado Ramón, que vivía en una pequeña cocina en la casa de la señora Rosa. A Ramón le encantaba cocinar. Pasaba horas observando a la señora Rosa mientras preparaba deliciosos platillos y soñaba con ser un gran chef algún día.
Un día, Ramón decidió que era hora de cumplir su sueño. Se puso un pequeño gorro de chef hecho de papel y se armó de valor. "¡Hoy voy a sorprender a todos con una deliciosa cena!"- se dijo a sí mismo, mientras salía de su escondite detrás del armario.
Pero había un problema: la señora Rosa iba a tener una visita muy especial esa noche: un crítico de cocina famoso, el Sr. Gusto. Ramón sabía que el Sr. Gusto tenía fama de ser muy exigente y que no toleraba los errores en la cocina. "¡Tengo que hacer que mi cena sea perfecta!"- pensó.
Ramón se puso a trabajar de inmediato. Comenzó a reunir ingredientes: un poco de queso, algunos guisantes, un puñado de arroz y especias que había encontrado en la despensa. "¡Esto será exquisito!"- exclamó mientras mezclaba todo en una pequeña olla. Pero mientras cocinaba, se dio cuenta de que necesitaba algo más para impresionar al crítico. "¡Necesito un plato especial!"- dijo Ramón mientras pensaba rápidamente. En una de sus exploraciones anteriores, había visto alguna de las recetas complicadas que la señora Rosa solía seguir. "¿Y si hago una lasaña de ratón?"- decidió, entusiasmado.
Con esmero, Ramón comenzó a preparar la lasaña. Sin embargo, mientras trabajaba, el Sr. Gusto llegó a la casa de la señora Rosa. "¿Qué delicioso aroma ha llegado a mis narices?"- dijo el crítico con un tono arrogante. Ramón, asustado, se escondió detrás del fogón.
"¿Dónde está el chef? Estoy ansioso por probar su creación"- preguntó el Sr. Gusto, mirando a su alrededor con desdén. La señora Rosa, sin saber que Ramón estaba al mando, respondió con una sonrisa "¡Pronto lo verás! ¡Es una sorpresa!"-.
Ramón, con el corazón latiendo fuerte, continuó cocinando a toda prisa. Cuando la lasaña estuvo lista, se acercó sigilosamente a la mesa donde el Sr. Gusto estaba sentado. "¡Aquí viene mi obra maestra!"- pensó mientras colocaba el plato. El crítico lo observó con una ceja levantada.
"Espero que no me decepcione, pequeño chef"- dijo el Sr. Gusto, mientras tomaba el primer bocado. Ramón se preguntaba si había cometido un error al intentar impresionar a alguien tan importante. ¿Qué diría si la lasaña no le gustaba?
Para sorpresa de Ramón, el Sr. Gusto se quedó en silencio mientras saboreaba cada bocado. Pero pronto, su expresión cambió a una de confusión. "¿Qué es esto?"- preguntó, frunciendo el ceño. "Esto no es una lasaña normal. ¿Quién la hizo?"-
"Yo... soy el chef!"- se atrevió a decir Ramón desde su escondite. El Sr. Gusto no podía creer lo que escuchaba. "¿Un ratón? ¿Me estás diciendo que un ratón me está sirviendo un platillo?"- se quejó.
"Bueno, no soy solo un ratón. Soy un ratón cocinero, y he puesto mucho amor en esta lasaña"- replicó Ramón, decidido a defender su creación.
El crítico miró a la señora Rosa, que lo observaba con una gran sonrisa. "¿Me vas a decir que dejarías que un ratón cocine para nosotros?"- cuestionó el Sr. Gusto,"¡Esto es inaceptable!"-
Ramón, sintiéndose ofendido pero con un fuego interior, decidió enfrentarlo. "Si te das la oportunidad de probarla sin prejuicios, tal vez descubras que una buena comida puede venir de cualquier lugar."- dijo con firmeza. El Sr. Gusto, sorprendido por la valentía del pequeño ratón, soltó una risa.
"¡De acuerdo, probaré tu lasaña, ratón!"-. Ramón esperó nerviosamente mientras el crítico daba su veredicto. Al tomar el último bocado, el Sr. Gusto dejó escapar una sonrisa. "¡Esto es sorprendentemente delicioso!"- exclamó. Todos en la mesa se quedaron boquiabiertos al escuchar esas palabras.
"Quizás deberíamos ser más abiertos y darle la oportunidad a los platos únicos, sin importar de dónde vengan"- aseguró el Sr. Gusto, ahora alegre. La señora Rosa, orgullosa de Ramón, le dio una palmadita en la cabeza. "¡Buen trabajo, Ramón! Has demostrado que los sueños pueden hacerse realidad, ¡incluso en una cocina con un crítico de cocina!"-
Desde aquel día, Ramón se convirtió en el ratón chef de la cocina. Hizo muchas más delicias, y el Sr. Gusto llegó a ser un gran amigo, siempre dispuesto a darle consejos. Así, Ramón vivió grandes aventuras en la cocina, demostrando que no importaba su tamaño, sino su gran corazón y dedicación. Fin.
FIN.