El Ratón de Campo y el Ratón de Ciudad



Había una vez un ratón de campo llamado Rato, que vivía en un acogedor agujero cerca de un granero lleno de granos. Rato disfrutaba de la tranquilidad del campo, corriendo entre las flores y jugando con sus amigos. Un día, recibió una carta de su primo, el Ratón de Ciudad, llamado Ciudadito, que lo invitaba a visitar la gran ciudad.

"¡Hola, Rato!", decía la carta. "¡Vení a conocer mi ciudad! Hay muchas delicias para comer y muchas aventuras esperándote. ¡No te lo podés perder!" -.

Rato no podía resistirse a la invitación y decidió hacer su primer viaje a la ciudad. Cuando llegó, se encontró con un lugar lleno de luces brillantes y un montón de ruidos.

"¡Wow! ¡Esto es increíble!" - exclamó Rato, mirando todo con asombro.

Ciudadito lo recibió con una gran sonrisa.

"¡Bienvenido, Rato! Vení, llevalo a probar la comida. Vamos a un restaurante muy famoso. ¡Te va a encantar!" -.

Rato lo siguió, emocionado. Cuando llegaron al restaurante, Rato se dio cuenta de que había toda clase de quesos, nueces y frutas deliciosas. Pero también notó que había muchos gatos merodeando.

"¿Qué son esos gatos?" - preguntó Rato con miedo.

"No te preocupes, Rato. Aquí somos astutos. Solo tenemos que tener cuidado. ¡Mirá, vamos a disfrutar de la comida!" - respondió Ciudadito.

Así que Rato probó un poco de queso, y efectivamente, era delicioso. Pero mientras disfrutaban, un gato apareció de repente. Rato y Ciudadito corrieron a toda velocidad, saltando sobre las mesas, hasta llegar a un pequeño agujero que les permitió escapar.

"Eso fue aterrador, Ciudadito!", dijo Rato, una vez que estuvieron a salvo.

"Sí, pero pasa a menudo. En la ciudad hay que estar siempre alerta" - le explicó Ciudadito.

A partir de ese día, Rato comenzó a ver el lado negativo del bullicioso estilo de vida de la ciudad: la falta de paz, el peligro constante de los gatos, y lo estresante que podía llegar a ser.

Al día siguiente, Ciudadito llevó a Rato a un mercado, donde había montones de dulces, frutas y otros manjares. Pero de nuevo, cuando estaban a punto de disfrutar de una deliciosa galletita, un grupo de gatos apareció por la esquina del mercado.

"¡Corre!" - gritó Ciudadito.

Rato sintió que su corazón latía fuerte mientras corrían por las calles llenas de gente. Finalmente, lograron esconderse en un pequeño contenedor de basura.

"Siempre es así aquí. Todo es emocionante, pero también peligroso" - dijo Ciudadito, un poco agitado.

Rato pensó en lo que había vivido en la ciudad, y también en lo que le esperaba en el campo: sus flores, el aire fresco y la tranquilidad de los días soleados.

"Creo que extraño mi hogar, Ciudadito. En el campo puedo correr y jugar sin preocuparme por los gatos" - confesó Rato.

Ciudadito se vio triste.

"Lo entiendo, amigo. Donde yo veo emoción, tal vez vos veas peligro. ¿Qué tal si hacemos una última cosa juntos antes de que vuelvas a casa?" - propuso.

Rato aceptó y se fueron a un parque de la ciudad donde había mucha vegetación. Allí, sintieron el viento en la cara y disfrutaron de un picnic lejos de los gatos. Mirando las flores y los árboles, Rato se dio cuenta de que también había belleza en la ciudad, pero la tranquilidad del campo siempre tendría un lugar especial en su corazón.

Con el atardecer asomando, los ratones se despidieron.

"Espero que vengas de nuevo, Rato. La ciudad siempre tendrá aventura para ti" - dijo Ciudadito, abrazándolo.

"¿Quizás te puedo invitar a mi campo? Podrías descubrir lo maravilloso de mi hogar también" - respondió Rato, sonriendo.

Así fue que los dos ratones aprendieron que, aunque sus vidas eran diferentes, ambos mundos tenían su propio encanto. La ciudad y el campo podían coexistir en sus corazones, y a través del amor y la amistad, siempre había un lugar para cada uno.

Rato regresó a su hogar llenó de historias y un mejor entendimiento del mundo de su primo. Desde entonces, cada año, Rato y Ciudadito se visitaban, compartiendo sus aventuras y enseñándose mutuamente sobre los lugares que llamaban hogar.

FIN.

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