El Ratón de Chocolate y la Aventura en la Heladera
Era un día soleado en el barrio de Pigui. Ella, una niña curiosa y llena de energía, paseaba por la calle cuando, de repente, se topó con algo raro en la vereda. ¡Era un ratón de chocolate! Pequeño, tierno y con una sonrisa encantadora.
"- ¡Hola! Soy Choco, el ratón de chocolate. Estoy a punto de derretirme, ¿puedes llevarme a tu heladera?", dijo el ratón, con una voz dulce.
Pigui no podía creer lo que oía. Tras un instante de sorpresa, movió la cabeza afirmativamente y tomó al ratón con cuidado. "- Claro que sí, Choco. Vení, rápido."
Cepilló un par de hojas secas de su vestido y corrió hacia su casa. Una vez allí, abrió la heladera y colocó a Choco dentro. Pero, para su asombro, el ratón de chocolate no solo se quedó quieto. Empezó a hacer ruidos extraños. "- ¡Plim! ¡Plam! ¡Plim!".
"- ¿Qué está pasando?", preguntó Pigui, intrigada.
"- ¡Es que tengo hambre!", respondió Choco mientras buscaba algo en la heladera. Al poco tiempo, sacó una manzana roja y comenzó a comerla con gusto.
"- ¿Te gustaría un licuado de banana?", le preguntó Pigui.
"- ¡Me encantaría!", exclamó Choco, haciendo girar su colita de chocolate con alegría.
Mientras Pigui preparaba el licuado, Choco empezó a tocar la guitarra que había junto a la estufa. Era un instrumento en miniatura, todo hecho de galleta. La melodía resonaba por toda la cocina, y pronto, Pigui se unió a él con su voz.
Sin embargo, la música también atrajo a su gato, quien se acercó lento pero seguro.
"- ¡Oh no!", gritó Pigui, pensando en lo que podría pasar.
En un instante, el gato dio un salto y estuvo a punto de atrapar a Choco. Pero en lugar de eso, el ratón dulce empezó a tocar una canción muy alegre y pegajosa, llenando la cocina de una atmósfera mágica. El gato, sorprendido, se detuvo y empezó a moverse al ritmo de la música, como si estuviera bailando.
Pigui decidió aprovechar la confusión. "- ¡Choco, tenemos que salir de aquí!", exclamó. Juntos, idearon un plan:
"- Voy a sacar un poco de queso de la heladera y distraer al gato mientras vos te escapas por la ventana", sugirió Choco.
"- ¡Buena idea!", respondió Pigui, sintiendo su corazón latir con fuerzas mientras pensaba en su brillante plan.
Con un rápido movimiento, Pigui puso un trozo de queso en la mesa. El gato, atraído por el aroma, corrió hacia él. "- ¡Ahora!", dijo Pigui. Choco saltó por la ventana, aún tocando su guitarra con alegría.
Los dos amigos se reunieron en el patio y se rieron al recordar su aventura.
"- Gracias, Pigui. Eres mi heroína. No muchos podrían sacar a un ratón de chocolate de un gato hambriento", dijo Choco, todavía con la mitad de su cuerpo brillando bajo el sol.
"- No fue nada, Choco. Pero ahora, ¿qué haremos?", preguntó Pigui, mirando hacia el cielo.
"- ¡Vamos a hacer una gran fiesta en el jardín! Invitemos a los demás animales y hagamos música juntos. Todos tenemos un lugar en esta aventura."
Y así, Pigui y Choco organizaron una fiesta inolvidable. Invitaron a todos los conejos, pájaros y ratones del barrio. La música llenó el aire y todos bailaron y cantaron en unidad. Pigui aprendió que, a veces, la amistad y la creatividad pueden salvar el día, incluso en las situaciones más inesperadas. Y desde ese día, cada vez que escuchaba guitarra, recordaba su especial encuentro con Choco el ratón de chocolate.
FIN.