El ratón defensor de sonrisas



Había una vez en el bosque un ratón muy inteligente llamado Tomás, quien tenía un gran sueño: convertirse en dentista.

A pesar de ser pequeño, siempre había sentido fascinación por los dientes y quería ayudar a todos los animales del bosque a tener una sonrisa saludable. Un día, mientras estudiaba en su pequeña madriguera, escuchó un ruido extraño afuera. Tomás salió a investigar y vio al mapache Max corriendo con algo brillante entre sus patas.

Al acercarse más, se dio cuenta de que Max estaba robando zanahorias del huerto del conejo Benito. -¡Alto ahí! -gritó Tomás valientemente-. ¡Deja esas zanahorias! Max se detuvo sorprendido y miró al ratón con desdén.

-¿Y quién eres tú para decirme qué hacer? -respondió el malvado mapache. -Soy Tomás, el ratón dentista -dijo con orgullo-. Y sé que robar no está bien. Además, necesitas cuidar tus dientes después de comer tantos alimentos dulces como las zanahorias.

Max quedó perplejo ante la respuesta inesperada del ratón y reflexionó sobre sus acciones. Finalmente, decidió devolver las zanahorias al conejo Benito y pedir disculpas por lo ocurrido.

Agradecido por la ayuda de Tomás, Benito le ofreció su amistad y le comentó sobre otro problema en el bosque: había muchos animales peleando entre sí debido a disputas territoriales y problemas legales sin resolver. Tomás pensó por un momento y tuvo una brillante idea. -¡Ya sé qué puedo hacer! -exclamó emocionado-.

Me convertiré en abogado y ayudaré a todos los animales del bosque a resolver sus conflictos de manera pacífica y justa. Así, Tomás se puso manos a la obra y estudió incansablemente para convertirse en el mejor abogado del bosque.

Pronto, todos los animales comenzaron a acudir a él para solucionar sus problemas legales. Un día, el conejo Benito fue acusado injustamente de robar nueces del almacén de las ardillas.

A pesar de que Benito era inocente, nadie quería representarlo en el juicio porque temían enfrentarse a las ardillas. Tomás no dudó ni un segundo en ofrecer su ayuda y se presentó ante el juez como el abogado defensor de Benito.

Durante el juicio, presentó pruebas contundentes que demostraban la inocencia del conejo y logró convencer al jurado de su verdad. La noticia se regó rápidamente por todo el bosque y Tomás se ganó la admiración y respeto de todos los animales.

Desde ese día, todas las disputas fueron llevadas ante él para encontrar una solución justa y equitativa. Tomás demostró que no importa cuán pequeño seas, siempre puedes hacer grandes cosas si tienes determinación y conocimiento.

Se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los animales del bosque, quienes aprendieron la importancia de cuidar sus dientes con Tomás como dentista y resolver sus diferencias con él como abogado.

Y así vivieron felices y en paz, sabiendo que tenían a un ratón valiente y talentoso dispuesto a ayudarlos en cualquier momento. Fin.

FIN.

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