El Ratón Pérez y el Diente Perdido



Había una vez un pequeño ratón llamado Pérez, conocido en todo el reino por su valentía y dedicación a ayudar a los niños a recoger sus dientes de leche. Un día, mientras Pérez estaba en su casa, recibió una noticia muy especial. El león Milo, el rey de la selva, había perdido su diente y estaba preocupado.

"¡Oh, no!" exclamó Pérez al enterarse. "¡Un diente de león es un tesoro! Tengo que recuperarlo antes de que se ponga triste."

Sin pensarlo dos veces, el ratón salió corriendo hacia la selva. Al llegar, se encontró con la jirafa Filomena.

"¡Hola, Filomena!" saludó Pérez. "¿Has visto el diente perdido del león Milo?"

"No, no lo he visto, pero puedo ayudarte a buscarlo desde aquí arriba. Mi altura me permite ver mucho más lejos," respondió Filomena, estirando su cuello.

Juntos buscaron por todos lados, pero no encontraron nada. Entonces continuaron su camino y se encontraron con la cebra Lulú, quien estaba pastando tranquilamente.

"¡Lulú!" llamó Pérez. "¿Has visto el diente del león Milo?"

"No, pero puedo ayudarte a buscarlo. ¡Mis rayas te guiarán en la selva!" dijo Lulú con una sonrisa. Así que los tres amigos, el ratón, la jirafa y la cebra, siguieron buscando.

Más adelante, se toparon con la mona Romina.

"¡Hola, amigos! ¿Qué hacen en la selva?" preguntó Romina, balanceándose de una rama a otra.

"Estamos buscando el diente del león Milo," explicó Pérez.

"¡Yo puedo trepar los árboles! Quizás lo haya dejado caer en alguno de ellos," propuso la mona. Con agilidad, empezó a escalar, pero al mirar desde arriba, no encontró nada.

Frustrados, decidieron descansar un momento. En eso, escucharon un rugido fuerte. Era el león Milo que aparecía entre los arbustos.

"¿Qué hacen, amigos?" preguntó Milo.

"Estamos buscando tu diente, rey Milo," respondió Lulú.

"Creo que me crujió la barriga," dijo el león con una risita. "Quizás lo dejé caer mientras comía una sabrosa fruta."

Aquí fue cuando el cocodrilo Francisco hizo su aparición. "¡Yo sé de un árbol frutal muy delicioso cerca del río! Quizás allí lo encuentren."

Los amigos seguir el consejo de Francisco y se dirigieron al río. Al llegar, comenzaron a buscar alrededor de los árboles frutales. Filomena, por su altura, pudo observar desde lejos.

"¡Ahí está!" gritó Filomena, señalando al suelo. Todos miraron y vieron el brillante diente del león Milo resplandeciendo entre las hojas.

"¡Hurra!" exclamó Pérez, mientras corría hacia él.

"¡Lo encontramos!" celebró Lulú.

Milo, agradecido, se acercó a los amigos. "No puedo creer que hayan pasado por tanto para ayudarme. Ustedes son los mejores amigos que un león puede pedir. ¿Cómo puedo devolverles este gran favor?"

"Solo con tu amistad es suficiente, rey Milo," dijo Pérez sonriendo.

"Sí, y quizás puedas hacer una gran fiesta en tu cueva para celebrarlo," sugirió Romina.

Milo sonrió. "¡Eso haremos! Todos ustedes están invitados. Y nunca más me preocuparé por mis dientes, porque sé que ustedes siempre estarán ahí para ayudarme."

Así, Pérez, Filomena, Lulú, Romina y Francisco regresaron a la cueva del rey. Disfrutaron de un festín delicioso, lleno de frutas y risas. Desde ese día, se hicieron más amigos que nunca, y la selva siempre resonaba con sus alegres gritos de felicidad.

Y así concluyó la aventura del Ratón Pérez y el diente perdido del león Milo, recordándoles a todos que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo, ¡incluso perder un diente! Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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