El Ratón Pérez y el Mundo Digital



Había una vez, en una ciudad llena de luces y pantallas brillantes, un pequeño ratón llamado Pérez. A diferencia de sus antepasados, Pérez no se dedicaba solo a recoger los dientes de los niños y dejar monedas debajo de la almohada; ahora también debía adaptarse a un mundo lleno de tecnología. Los niños pasaban mucho tiempo en sus dispositivos y se olvidaban un poco de los ratones que recogían sus dientes.

Una noche, mientras Pérez se preparaba en su casa de queso dentro de la pared de un departamento, sintió que algo tenía que cambiar.

-Debes encontrar una forma de conectar con los niños -dijo su amiga, la señora Murciélaga, que lo visitaba a menudo.

-Sí, pero ¿cómo? -preguntó Pérez, un poco ansioso.

-Quizás podrías usar la tecnología a tu favor. Los niños pasan horas jugando. Si les dejas mensajes divertidos en sus juegos, seguro se divertirán y recordarán a los ratones -sugirió la señora Murciélaga.

Pérez pensó que era una idea brillante. Así que se puso manos a la obra y encontró un programador de videojuegos, un pequeño bicho llamado Glitz, que estaba emocionado de ayudarlo.

-¿Podés hacer un juego en el que los niños tengan que ayudarme a recolectar dientes? -preguntó Pérez.

-Claro, será divertido! -respondió Glitz.

Así que juntos crearon un videojuego llamado "La Aventura de Ratón Pérez", donde los jugadores debían guiar a Pérez por un mundo lleno de desafíos, donde debía recolectar dientes de leche antes de que se fueran sus dueños. Los niños se divertían tanto que, al finalizar el juego, podían dejar un mensaje para Pérez al finalizar cada nivel.

De repente, los mensajes comenzaron a llegar.

-¡Hola Pérez! Aquí está mi diente, espero que lo disfrutes. -decía un niño llamado Lucas.

-¡Pérez, me encanta tu juego! -escribió otra niña, Sofía.

Pérez no podía estar más feliz. A medida que más y más niños jugaban, se dio cuenta de que estaban aprendiendo sobre la importancia de cuidar sus dientes y la diversión de compartir con los demás.

Pero un día, cuando Pérez estaba revisando los mensajes, recibió uno que lo preocupó un poco.

-¡Pérez, no quiero dejarte mi diente! ¡No confío en los ratones! -escribía Lucas en su mensaje.

-¿Qué haré? -preguntó Pérez angustiado a la señora Murciélaga.

-No te preocupes, Pérez. Tal vez sea un buen momento para hacer algo diferente. Puedes escribirle una carta en el juego, explicarle que tú solo quieres ayudar a los niños y que todos los ratones son buenos. -sugirió ella.

Así que, con un poco de esfuerzo creativo, Pérez dejó un mensaje en el videojuego que decía:

-Querido Lucas, entiendo tus miedos, pero sólo quiero ayudarte a mantener tu sonrisa hermosa. Siempre cuidaré de tu diente y lo transformaré en un recuerdo especial.

Más tarde, Lucas jugó nuevamente y leyó el mensaje de Pérez. ¡Eso lo sorprendió!

-¡Wow, el ratón sabe leer! -exclamó Lucas mientras miraba la pantalla con ojos grandes.

Al día siguiente, Lucas, animado por el mensaje de Pérez, decidió dejar su diente debajo de la almohada.

-¡Le daré una oportunidad al ratón! -se dijo.

Esa noche, cuando Pérez llegó a recoger el diente, encontró algo más. Además del diente, Lucas había dejado una note.

-Gracias, Ratón Pérez. Creo que somos amigos ahora. -decía la nota.

Así que, junto con el diente, Pérez decidió dejarle a Lucas un pequeño obsequio: una estrellita de papel que brillaba en la oscuridad.

Desde entonces, Pérez no solo recogió dientes; también creó un espacio en su videojuego donde todos los niños podían dejar mensajes y aprender sobre la importancia del cuidado dental.

La amistad entre Pérez, Lucas y los demás fue creciendo, y cada diente recogido se convirtió en una historia especial. Pérez aprendió que adaptarse al tiempo era esencial, pero también que la verdadera amistad no cambiaba con los tiempos. Y así, el Ratón Pérez se convirtió en un héroe digital, no solo recogiendo dientes, sino también enseñando valores a los niños cada día.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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