El ratón tapicero



Había una vez en Villa Allende, un pequeño ratón llamado Timoteo. Timoteo era muy habilidoso con sus manos y le encantaba crear cosas nuevas.

Un día, mientras caminaba por las calles de su pueblo, se topó con una tienda de tapicería. "¡Qué lugar tan interesante!" - dijo Timoteo al ver los hermosos muebles y cojines que se exhibían en la vidriera. Decidió entrar para investigar más sobre el tema.

Al entrar a la tienda, se encontró con un amable tapicero llamado Don Carlos. "Buenas tardes joven ratón, ¿en qué puedo ayudarte?" - preguntó amablemente Don Carlos. "Hola señor tapicero, me llamo Timoteo y estoy fascinado con todo lo que hay aquí.

Me encanta crear cosas nuevas y quería saber si usted podría enseñarme cómo hacerlo" - respondió el pequeño ratón emocionado. Don Carlos sonrió ante la petición del joven aprendiz y le prometió enseñarle todo lo que sabía sobre tapicería.

Desde ese momento en adelante, Timoteo visitaba a Don Carlos todos los días después de la escuela para aprender más sobre esta increíble habilidad. Timoteo trabajó duro durante muchos meses hasta que finalmente creó su primer cojín completamente solo.

Estaba tan orgulloso de sí mismo que decidió mostrarle su trabajo a su amigo Lucas el conejo. "Mira Lucas, hice este cojín yo solo" - exclamó felizmente Timoteo mostrándole su creación al conejo.

Lucas quedó impresionado al ver el trabajo del pequeño ratón y le preguntó cómo lo había hecho. "Bueno, es un largo proceso. Primero debes elegir la tela adecuada, luego cortarla en las medidas correctas, coserla y finalmente llenarla con relleno de algodón.

Pero lo más importante es tener paciencia y perseverancia" - explicó Timoteo. Lucas quedó fascinado con el trabajo del pequeño ratón y decidió aprender a hacer tapicería también.

Juntos trabajaron arduamente para crear nuevas creaciones como cojines, almohadones y sillas tapizadas. Un día, mientras Timoteo y Lucas estaban trabajando en la tienda de Don Carlos, llegó una señora muy triste porque su sillón favorito estaba completamente roto.

"Lo siento mucho señora, pero no podemos hacer nada al respecto" - dijo Don Carlos desanimado. Timoteo se acercó a la señora y le preguntó si podía intentarlo. La señora aceptó encantada aunque era escéptica sobre que un pequeño ratón pudiera reparar su sillón.

Pero Timoteo estaba decidido a ayudar a la señora así que comenzó a trabajar incansablemente en el sillón durante varios días hasta que finalmente logró arreglarlo por completo.

La señora estaba tan feliz que le pagó al pequeño ratón una gran cantidad de queso como recompensa por su trabajo duro. Desde ese momento en adelante, Timoteo se convirtió en el tapicero más famoso de Villa Allende. Todos querían sus servicios para arreglar sus muebles rotos o para crear nuevos diseños increíbles.

Timoteo se dio cuenta de que lo más importante no era ser el mejor, sino tener la paciencia y perseverancia para seguir aprendiendo y mejorando cada día. Y así fue como se convirtió en un verdadero artista de la tapicería.

FIN.

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