El ratón y el castillo



Había una vez un ratón llamado Pancho, que vivía en un pequeño agujero dentro de un viejo castillo. Pancho era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para entretenerse.

Un día, mientras exploraba el castillo, una fuerte tormenta se desató afuera. El viento soplaba con fuerza y la lluvia caía sin cesar. Pancho se asustó y decidió buscar refugio en una sala del castillo.

Dentro de la sala, había una antorcha encendida que iluminaba débilmente el lugar. Pancho se acercó a ella para calentarse y secarse un poco. Pero justo cuando lo hizo, el rey del castillo entró en la habitación. El rey era un hombre alto y regordete, pero tenía un corazón bondadoso.

Se dio cuenta de que Pancho estaba mojado y temblando de frío. - ¡Oh! Un ratoncito perdido en mi castillo - exclamó el rey sorprendido - ¿Cómo te llamas? - Soy Pancho, señor - respondió tímidamente el ratón.

El rey sonrió amablemente y le dijo:- No tienes nada que temer aquí, querido Pancho. Puedes quedarte en mi castillo todo el tiempo que quieras. Pancho se sintió aliviado por las palabras del rey y decidió aceptar su generosa oferta.

A partir de ese momento, él sería el ratón oficial del castillo. Los días pasaron rápidamente y Pancho disfrutaba mucho de su nueva vida en el castillo.

Tenía comida abundante gracias a los restos de las comidas del rey. Un día, mientras merodeaba por la cocina, encontró un pequeño muslito de pollo. Pancho sabía que el muslito era parte de la cena del rey y no debía comérselo.

Pero su estómago gruñía de hambre y no pudo resistirse a probarlo. En ese momento, el rey entró en la cocina y vio a Pancho con el muslito en sus patitas.

- ¡Oh, Pancho! - exclamó el rey decepcionado - ¿No te dije que podías comer todo lo que quisieras aquí? No necesitas tomar algo sin permiso. El ratón se sintió muy avergonzado por su acción y prometió al rey que nunca más volvería a tomar algo sin permiso.

El rey sonrió nuevamente y le dio una segunda oportunidad. A partir de ese día, Pancho aprendió una valiosa lección sobre la honestidad y el respeto hacia los demás.

Se convirtió en un ratón ejemplar dentro del castillo, ayudando al personal con pequeñas tareas y siempre mostrando gratitud hacia el rey por su generosidad. Con el tiempo, la fama de Pancho se extendió más allá del castillo. Muchos animales acudían para escuchar sus historias sobre amistad, responsabilidad y superación personal.

Pancho se convirtió en un ejemplo para todos ellos. Y así fue como un simple ratón encontró un hogar en un viejo castillo y enseñó importantes lecciones a todos los que lo rodeaban.

A veces, las grandes enseñanzas vienen de los lugares menos esperados. Fin

FIN.

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