El ratoncito curioso



Había una vez un pequeño ratoncito llamado Pepe, que vivía en un granero junto a su familia. Pepe era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras nuevas.

Un día, mientras exploraba el granero, Pepe encontró un enorme saco lleno de deliciosos cacahuates. Su nariz se llenó con el increíble aroma y su estómago comenzó a gruñir de hambre. Pepe sabía que no debía tomar nada sin permiso, pero la tentación era demasiado grande.

Decidió tomar solo uno para probarlo y prometió devolverlo después. Justo cuando Pepe tomaba el primer cacahuate, apareció su amiga Lola, una simpática ardillita.

Al ver lo que estaba haciendo Pepe, Lola exclamó: "¡Pepe! ¿Qué estás haciendo? ¡Eso es robar!"Pepe se sintió avergonzado y triste por haber hecho algo mal. Le explicó a Lola que solo quería probar los cacahuates porque tenía mucha hambre. Lola entendió la situación y decidió ayudar a Pepe en lugar de regañarlo.

Juntos idearon un plan para resolver el problema. Decidieron buscar al dueño del granero para pedirle permiso de comer algunos cacahuates. Caminaron por todo el granero hasta encontrar al señor Pedro, quien cuidaba de todos los animales.

"Señor Pedro", dijo Lola con voz temblorosa, "nuestro amigo Pepe tomó uno de sus cacahuates sin permiso porque tenía mucha hambre. Nos disculpamos mucho".

El señor Pedro miró a los dos amigos con una sonrisa comprensiva y les dijo: "Entiendo que Pepe tenía hambre, pero tomar sin permiso no está bien. Sin embargo, estoy dispuesto a perdonarlo si aprende una lección importante".

Pepe asintió con la cabeza y el señor Pedro continuó: "La lección es que siempre debemos pedir permiso antes de tomar algo que no nos pertenece. Si necesitas comida, siempre hay alguien dispuesto a ayudarte si lo pides de manera adecuada". Pepe se sintió aliviado por haber sido perdonado y prometió aprender de su error.

Lola también prometió apoyar a Pepe en todo momento. A partir de ese día, Pepe entendió la importancia del respeto hacia las cosas de los demás y cómo pedir ayuda cuando la necesitaba.

Aprendió a ser valiente para enfrentar sus problemas y buscar soluciones justas. Pepe se convirtió en un ratoncito muy querido por todos los animales del granero. Compartía sus alimentos con aquellos que tenían hambre y siempre recordaba pedir permiso antes de tomar algo prestado.

Y así, Pepe demostró que incluso cuando cometemos errores, podemos aprender valiosas lecciones y convertirnos en mejores personas cada día.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!