El Ratoncito de Corbata Roja
En un pequeño bosque lleno de árboles frondosos y flores coloridas, vivía un ratoncito llamado Ramón, que siempre llevaba una corbata roja con lunares blancos. Ramón era un ratoncito muy curioso y soñador. A pesar de su pequeño tamaño, tenía un gran corazón y muchas ganas de vivir aventuras.
Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró a su amigo el pájaro Pipo, que estaba muy preocupado.
"¿Qué te pasa, Pipo? Parecés asustado", le preguntó Ramón.
"Oh, Ramón...", suspiró Pipo. "He escuchado que hay un gran lobo en el bosque. Dicen que está buscando a los animales para quedarse con ellos y no sé qué hacer. Estoy muy asustado".
Ramón, con su corbata ondeando, decidió que era hora de hacer algo.
"No podemos dejar que el miedo nos paralice, Pipo. Debemos averiguar si ese lobo es realmente tan malo".
Pipo le miró con sorpresa.
"¿Pero cómo lo haremos? Es un lobo grande y peligroso".
"Vamos a organizar una reunión con los demás animales del bosque. Juntos podemos encontrar una solución".
Así que Ramón y Pipo fueron a buscar a todos sus amigos: la tortuga Tula, la ardilla Susi y el zorro Leo. Una vez reunidos, Ramón habló con entusiasmo.
"Escuchen, amigos. Un rumor ha comenzado a extenderse por el bosque sobre un lobo. ¡Pero no podemos dejarnos llevar por el miedo! Propongo que vayamos a buscarlo y hablemos con él. Tal vez nos sorprenda".
Los animales dudaron al principio.
"¿Y si no es tan bueno como vos decís?", preguntó Susi, moviendo su cola nerviosa.
"Yo tengo ganas de ayudar, pero también tengo miedo", dijo Tula, que era muy cautelosa.
"Yo estoy de acuerdo con Ramón. Juntos somos más fuertes", insistió Leo, el zorro, que siempre estaba listo para una aventura.
Después de mucha charla, decidieron que todos juntos irían a encontrarse con el lobo. Decidieron que la valentía de Ramón y la creatividad de todos juntos podían darles una buena oportunidad.
Caminaron por el bosque, despacio, hasta que vieron algo moverse entre los arbustos. Era el lobo, y parecía un poco desaliñado.
"¡Hola! Somos amigos del bosque, y venimos a hablar contigo", dijo Ramón con su voz firme, aunque su corbata temblaba un poco.
El lobo levantó la vista, sorprendido.
"¿Amigos? Yo no tengo amigos. Todos tienen miedo de mí. Soy solo un lobo solitario".
Ramón dio un paso adelante, decidido.
"Pero nosotros no te conocemos. Tal vez solo necesites hacer nuevos amigos".
El lobo se quedó pensando, mientras los ojos de los animales brillaban de curiosidad y esperanza.
"Yo... yo solo quería encontrar compañía, pero las historias de mi feroz apariencia hacen que los demás huyan asustados".
Entonces, Susi, que siempre había soñado con ayudar a los demás, sugirió:
"Podríamos ayudarte a encontrar una manera de demostrar que no eres peligroso. ¿Qué tal si hacemos una fiesta en el bosque?".
Los ojos del lobo se iluminaron de inmediato.
"¿Una fiesta? Eso suena genial, pero no sé bailar como ustedes".
"No te preocupes", dijo Tula con una sonrisa. "Podemos enseñarte a bailar mientras hacemos la fiesta. La diversión es lo más importante".
Y así fue como el lobo, su corazón lleno de esperanza, comenzó a practicar. La fiesta fue un éxito. Todos los animales se unieron, bailaron, rieron y disfrutaron de la compañía mutua. El lobo, poco a poco, fue ganándose la confianza de los demás.
"¡Nunca pensé que podría reír y bailar con tantos amigos!", exclamó emocionado.
Desde ese día, el bosque no solo se llenó de risas, sino también de una nueva amistad. Ramón, con su corbata roja ondeando, demostró que la valentía y la amistad pueden superar cualquier miedo.
A partir de ese día, el lobo dejó de ser un personaje temido y se convirtió en el mejor bailarín del bosque, siempre rodeado de amigos.
Porque a veces, detrás de los miedos y los prejuicios, hay corazones que solo buscan amor y compañía. Y Ramón, con su corbata roja con lunares blancos, aprendió que la verdadera valentía radica en el deseo de comprender a los demás.
FIN.