El ratoncito y el calcetín de lana
Había una vez, en una pequeña casa en el campo, un ratoncito llamado Curioso. Curioso vivía en el rincón más acogedor de la casa, pero una fría noche de invierno, una corriente de aire helado lo despertó. Temblando de frío, decidió salir en busca de un lugar más cálido. Buscó por todos lados, hasta que encontró un calcetín de lana hecho por la abuelita de la niña Bernardita. Se acurrucó en él y pronto se quedó dormido, disfrutando del calor reconfortante. Pero algo le incomodaba, y al despertar descubrió que el calcetín ya no le abrigaba tanto. Decidió entonces buscar otro lugar.
Se deslizó dentro de una botella, pero en lugar de quedarse calentito, sintió aún más frío. Apresuradamente, saltó a un zapato, pensando que allí hallaría refugio, pero tampoco logró encontrar la calidez que anhelaba. Desesperado, se introdujo en una pequeña caja de fósforos, pero era demasiado estrecha y no cupo. Exhausto y desanimado, Curioso se detuvo a descansar, preguntándose dónde encontraría la calidez que tanto necesitaba.
Fue entonces que escuchó una vocecita dulce que le dijo: "¿Por qué buscas calor en lugares equivocados, pequeño amigo?". Sorprendido, Curioso levantó la mirada y se encontró con un simpático erizo llamado Eustaquio. Eustaquio le explicó que en medio del jardín, bajo un gran árbol, se encontraba el calorcito que buscaba. Juntos, emprendieron el camino hacia el árbol, y al llegar descubrieron un acogedor nido de hojas y ramitas. Curioso se acomodó en el nido, disfrutando finalmente del ansiado calor.
Desde ese día, Curioso aprendió que a veces, el calor que buscamos está más cerca de lo que creemos, y que con un poco de ayuda y perseverancia, siempre podemos encontrar el lugar adecuado para sentirnos confortables.
FIN.