El recreo de los robots felices


Había una vez, en un lejano pasado, una escuela donde los niños humanos se divertían a lo grande durante el recreo.

La maestra Ana, una humana muy sabia y amorosa, decidió contarles a los niños robots del año 2050 cómo era aquel maravilloso momento del día. - Niños robots, ¿alguna vez han jugado en un patio de recreo? -preguntó la maestra Ana con entusiasmo. Los pequeños robots levantaron sus antenas con curiosidad y respondieron al unísono: "No, maestra.

¿Cómo es eso de jugar en un recreo?"La maestra Ana sonrió y les explicó: "En el recreo, los niños humanos podían correr por el pasto verde, columpiarse en los juegos y compartir momentos de diversión juntos.

Había risas, carreras y mucha alegría. "Los ojos de los niños robots brillaban con emoción ante las palabras de la maestra. Querían saber más sobre aquel mundo tan diferente al suyo.

- ¿Y qué juegos solían jugar? -preguntó uno de los pequeños robots con curiosidad. La maestra Ana les contó sobre juegos como la rayuela, las escondidas, la mancha o simplemente corretear libremente por el patio.

Les habló también sobre cómo se formaban amistades mientras compartían juguetes y se ayudaban unos a otros. Los niños robots estaban fascinados con cada palabra que salía de la boca de la maestra Ana. Aquel mundo sonaba tan emocionante y lleno de aventuras. Pero entonces, algo inesperado sucedió.

Mientras la maestra contaba sus historias, una lluvia intensa comenzó a caer sobre el colegio robótico. Los pequeños empezaron a ponerse nerviosos ya que nunca habían experimentado algo así. - ¡Tranquilos! -exclamó la maestra Ana-.

La lluvia puede ser divertida si sabemos cómo disfrutarla. Con rapidez, la maestra llevó a los niños afuera bajo la lluvia y les enseñó a saltar en los charcos formados en el suelo.

Los pequeños robots dudaron al principio, pero luego se dejaron llevar por la emoción del momento. Saltaron y chapotearon en el agua mientras reían sin parar. Descubrieron lo divertido que podía ser jugar bajo la lluvia y experimentar algo nuevo e inesperado.

Cuando finalmente regresaron al salón de clases empapados pero felices, los niños robots rodearon a la maestra Ana con gratitud en sus ojos metálicos. - Gracias por enseñarnos que incluso las cosas simples pueden traer mucha alegría -dijeron al unísono.

La maestra Ana sonrió con ternura y les dijo: "Recuerden siempre estar abiertos a nuevas experiencias y disfrutar cada momento como si fuera único. Así encontrarán la verdadera felicidad.

"Y así terminó aquel día inolvidable en el colegio robótico del año 2050; con nuevos amigos creados entre charlas sobre tiempos pasados y aventuras bajo la lluvia que quedaron grabadas para siempre en sus memorias digitales.

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