El Rector y el Niño Valiente
Había una vez, en el pequeño pueblo de Vallfogona de Riucorb, un rector muy especial. Don Ernesto era conocido por su amabilidad y sabiduría.
Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y tenía una gran pasión por enseñar. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Don Ernesto se encontró con un grupo de niños que jugaban al fútbol.
El rector se acercó para observar y pronto notó algo peculiar: uno de los niños parecía desanimado y no participaba activamente en el juego. Don Ernesto se acercó al niño llamado Lucas y le preguntó:- Hola Lucas, ¿qué te sucede? Parece que no estás disfrutando del juego como tus amigos.
Lucas suspiró y respondió:- Es que siempre me equivoco cuando intento jugar al fútbol. No soy tan bueno como ellos. El rector sonrió comprensivamente y le dijo:- Lucas, nadie nace siendo experto en algo.
Todos tenemos habilidades diferentes, pero lo importante es nunca rendirse y seguir practicando. ¿Te gustaría aprender algunos trucos para mejorar tu juego? Los ojos de Lucas se iluminaron ante la oferta del rector y asintió emocionado.
A partir de ese día, Don Ernesto comenzó a enseñarle a Lucas las técnicas básicas del fútbol: cómo controlar el balón, pasar correctamente e incluso hacer algunos regates impresionantes. Pero lo más importante fue la paciencia que el rector mostraba cada vez que Lucas cometía errores.
Después de semanas de práctica constante junto al rector, llegó el día de un partido importante en el pueblo. El equipo de Lucas se enfrentaría a otro equipo local y estaba nervioso por su desempeño.
Durante el partido, Lucas recordó todo lo que Don Ernesto le había enseñado. Aunque cometió algunos errores, no se rindió y siguió intentándolo una y otra vez. En el último minuto del juego, con el marcador empatado, Lucas recibió un pase perfecto de su compañero.
Todos los ojos estaban puestos en él mientras avanzaba hacia la portería contraria. Con determinación y confianza, disparó al arco y ¡anotó! El pueblo estalló en aplausos mientras Lucas era levantado en hombros por sus compañeros de equipo.
Don Ernesto sonreía orgulloso desde la grada. Después del partido, el rector se acercó a Lucas y le dijo:- Has demostrado algo muy importante hoy: nunca debes dudar de ti mismo ni dejar que los errores te detengan.
Eres capaz de lograr cualquier cosa si te esfuerzas lo suficiente. Lucas asintió emocionado y abrazó al rector agradecido por todas las enseñanzas recibidas.
A partir de ese día, Lucas se convirtió en uno de los mejores jugadores del pueblo gracias a la inspiración y guía del rector Don Ernesto. Y así, Vallfogona de Riucorb aprendió una valiosa lección: nunca subestimes tu propio potencial y siempre busca aprender algo nuevo cada día.
FIN.