El Reencuentro Bajo el Sauce
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Verde, una niña llamada Valentina. Desde muy pequeña, Valentina había vivido con su madre, porque su padre, Ricardo, se había ido a trabajar a la ciudad y no había vuelto. Valentina soñaba con el día en que volviera a ver a su papá, echándolo mucho de menos.
Un día, mientras Valentina jugaba en el bosque cercano a su casa, vio un viejo y hermoso sauce llorón. Era su lugar favorito, donde siempre iba a pensar y a soñar. Mientras se sentaba bajo sus ramas, vio algo brillante en el suelo. Era una carta antigua, llena de polvo, que se había escapado en una tormenta. La tomó y comenzó a leer:
"Querida Valentina, si algún día lees esto, significa que he encontrado el camino de regreso a ti. He estado trabajando muy duro para poder ofrecerte todo lo que mereces. Prometo que volveré a buscarte. Con amor, siempre tu papá, Ricardo."
Valentina sintió una mezcla de alegría y curiosidad. "¿Volverá mi papá a casa?"- pensó con esperanza. Decidió que haría de todo para encontrarlo. Así que, al día siguiente, se armó de valor y se puso en marcha hacia la ciudad donde creía que podría encontrarlo.
Después de un largo viaje, llegó a la ciudad y comenzó a preguntar a la gente sobre su papá. "¿Conocen a Ricardo?"- repetía una y otra vez. La mayoría la miraba con tristeza, pero algunos la guiaban a través de las calles.
Finalmente, una anciana le dijo: "Escuché que trabaja en un taller de carpintería cerca del río. Debes ir allí, querida. Ahí es donde lo encontrarás".
Sus ojos brillaron de emoción. Siguió el camino indicado y, al llegar al taller, vio a un hombre sentado en una mesa de trabajo, concentrado en su labor. Tenía el pelo un poco canoso, pero Valentina podía reconocerlo. "¡Papá!"- gritó, llenándose de lágrimas.
Ricardo levantó la vista, sorprendido. "Valentina... ¿eres tú?"- dijo con la voz temblorosa. Se acercaron uno al otro y se abrazaron fuertemente. "Pensé que nunca volverías a buscarme. He hecho un mal papel como padre, pero lo he extrañado cada día"- dijo Ricardo, con un nudo en la garganta.
Valentina limpió sus lágrimas y le sonrió. "Nunca dejé de esperarte, papá. Siempre soñé con este momento."
Ambos se sentaron y comenzaron a hablar. Valentina le contó todo sobre su vida, su escuela, sus amigos y sus sueños. Ricardo, por su parte, le explicó cómo había trabajado duro para conseguir un lugar mejor para ellos, pero que nunca había dejado de pensar en su pequeña.
"Quiero enmendar mis errores y ser el padre que merecés"- dijo Ricardo con determinación. "¿Te gustaría que volviéramos a Villa Verde juntos?"- le preguntó.
"¡Sí!"- respondió Valentina con alegría. "El sauce llora por nosotros"- añadió, haciendo reír a su papá.
Regresaron juntos a Villa Verde, donde todo había cambiado, pero el amor entre ellos había crecido aún más. Valentina mostró a Ricardo el sauce donde había encontrado la carta. A partir de entonces, cada semana, se reunían bajo sus hojas, compartiendo historias y risas.
Con el tiempo, Ricardo comenzó a enseñar a Valentina sobre carpintería, y juntos crearon pequeños muebles para la casa. Valentina aprendió que el amor verdadero siempre encuentra el camino, y que cada día es una nueva oportunidad para construir algo hermoso, tanto en la vida como en la madera.
Y así, juntos, construyeron no solo muebles, sino también un lazo indestructible de amor y confianza.
Fin.
FIN.