El reencuentro de Emma y Kimey



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, dos niñas llamadas Emma y Kimey. Eran inseparables, compartían todo juntas y sus risas llenaban los pasillos de la escuela.

Un día, un nuevo vecino se mudó al pueblo, un niño llamado Martín, quien rápidamente se hizo amigo de Emma. A medida que Emma pasaba más tiempo con Martín, Kimey comenzó a sentirse relegada y triste.

La separación entre las dos amigas se fue intensificando hasta que dejaron de dirigirse la palabra. Ambas se sentían solas y tristes, sin comprender por qué su amistad se había desmoronado.

Pasaron meses sin hablarse, hasta que un día, durante un concurso de talentos en la escuela, Kimey decidió interpretar una canción para expresar sus sentimientos. La melodía conmovió a todos, pero especialmente a Emma, quien se dio cuenta de lo mucho que extrañaba a su amiga.

Al terminar la canción, Kimey se acercó a Emma y, con lágrimas en los ojos, le tendió la mano. "Lo siento mucho, Emma. Me di cuenta de que nada es más importante que nuestra amistad", dijo Kimey. Emma la abrazó con fuerza y ambas se prometieron nunca más dejar que las cosas se interpusieran entre ellas.

Desde ese día, Emma, Kimey y Martín se convirtieron en un trío inseparable, aprendiendo juntos que la amistad verdadera supera cualquier obstáculo.

FIN.

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