El reencuentro de Mono y Morrocoyo
Había una vez, en lo profundo de la selva, un simpático mono llamado Mono, que pasaba sus días saltando de árbol en árbol y jugando con sus amigos.
Un día, mientras saltaba de rama en rama, se encontró con su viejo amigo Morrocoyo, una lenta pero amigable criatura que se desplazaba con parsimonia por el suelo de la selva. El encuentro fue de gran regocijo, ya que no se veían desde hacía mucho tiempo.
- ¡Hola, mi viejo amigo! , ¿todo bien? , –saludó Mono a Morrocoyo con una gran sonrisa. - ¡Hola, Mono! ¡Qué alegría verte! Sí, todo bien por acá -respondió Morrocoyo con su tranquila voz. Decidieron pasar el día juntos, compartiendo historias, juegos y risas.
Mono trepaba los árboles con agilidad, mientras Morrocoyo se deslizaba con calma por el suelo, pero juntos encontraron la forma de divertirse. Durante su día juntos, aprendieron mucho el uno del otro.
Mono enseñó a Morrocoyo a ser más ágil y rápido, mientras que Morrocoyo enseñó a Mono la importancia de disfrutar el momento y avanzar con calma. Al atardecer, se despidieron con la promesa de volver a encontrarse pronto.
Este encuentro les recordó lo valioso que es mantener viejas amistades y aprender de las diferencias. Desde entonces, Mono y Morrocoyo se encontraban regularmente, compartiendo sus experiencias y fortaleciendo su amistad en la diversidad de la selva.
FIN.