El reencuentro en el parque



Era un soleado día de primavera en el parque de la ciudad. Los árboles estaban llenos de hojas verdes, las flores comenzaban a brotar y los pájaros cantaban alegremente. Allí vivían tres buenos amigos: el patito Juan, el ganso Pedro y el perro Roky. Sin embargo, durante los últimos días no se habían visto, pues Juan había estado aprendiendo a nadar en el estanque y Pedro había ido a visitar a su tía que vivía en un campo lejano. Roky, por su parte, se había quedado en casa cuidando el jardín.

Una mañana, mientras Roky corría por el parque, sintió una emoción especial en su corazón.

- ¡Hoy es el día perfecto para ver a Juan y Pedro! - exclamó muy entusiasmado, moviendo su cola de un lado a otro.

Roky decidió dar una vuelta por el estanque.

- ¡Juan! - llamó con voz alegre. - ¡Juan! ¡¿Estás aquí? !

Desde el agua, Juan emergió feliz.

- ¡Hola, Roky! ¡Qué alegría verte! - gritó el patito moviendo sus alas. - He estado practicando mis nados. Ayer logré dar una vuelta a toda la isla del estanque. ¿Qué hacías?

Roky se sentó, ansioso por contarle lo que había hecho en sus días solos.

- Estuve cuidando el jardín y jugando a buscar la pelota, pero me sentía un poco solo sin ustedes. ¿Sabés? ¡El otro día vi a un pato joven que no podía nadar bien y se caía todo el tiempo!

Juan frunció el ceño.

- ¡Pobre pato! Deberíamos ayudarlo.

En ese momento, aparece Pedro volando, con sus alas bien extendidas y su forma característica. Al aterrizar, dijo:

- ¡Hola, amigos! ¡Qué suerte que los encuentro! - y exclamó con alegría al verlos juntos. - Me perdí en el camino, pero ya volví de mi viaje.

Los tres amigos se abrazaron, felices de estar juntos nuevamente. Entonces, Juan decidió contarles sobre su encuentro con el patito en el estanque.

- ¡Pedro, debes escuchar! - dijo Juan con entusiasmo. - Vi a un pato que no nadaba bien. Me gustaría enseñarle a nadar, pero no sé si podrá aprender.

Pedro sonrió y dijo:

- Estoy seguro de que si le enseñamos juntos, podrá hacerlo. ¡Siempre podemos ayudar a alguien nuevo a encontrar su camino!

Roky, que había estado pensando en esto, agregó:

- ¡Claro! Juntos somos más fuertes. ¡Vamos a buscarlo y ayudarlo a nadar!

Ninguno de ellos sabía que el pato que Juan había visto era, de hecho, un viejo amigo de Pedro. Decidieron moverse rápidamente hacia el estanque.

Al llegar, encontraron al patito entre las cañas, tratando de salir del agua.

- ¡Hola! - gritó Juan emocionado. - ¡Sabemos que puedes nadar! Solo necesitas un poco de ayuda.

El patito, al ver a los tres amigos, se sintió más animado.

- ¡Hola! - respondió, un poco avergonzado. - No sé nadar muy bien...

- No te preocupes - dijo Pedro con voz suave. - Yo te enseñaré. Es divertido y verás que puedes hacerlo.

Así que comenzando juntos, Juan demostró cómo se movían las patas, mientras Pedro enseñaba el movimiento de las alas y cómo flotar. Roky animaba al patito desde la orilla, ladrando con emoción y apoyándolo con su energía y entusiasmo.

Después de algunos intentos, el patito empezó a reir mientras lograba deslizarse por el agua. Con determinación, finalmente logró moverse sin caer.

- ¡Lo logré! - gritó feliz. - ¡Estoy nadando! - y los tres amigos comenzaron a alentar y a aplaudir, llenos de alegría por el éxito del patito.

Desde aquel día en adelante, se aseguraron de reunirse siempre para nadar, correnar y aprender unos de otros. Así, cada vez que alguien necesitaba ayuda, el patito Juan, el ganso Pedro y el perro Roky sabían que podían contar los unos con los otros.

Y desde entonces, en el parque, siempre hay tres amigos que no solo nadan en el estanque, sino que también se alegran por ayudar a otros en su camino.

FIN.

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