El reencuentro estelar
Había una vez en un lugar muy lejano, en lo más profundo del universo, donde las estrellas brillaban con intensidad y los planetas bailaban alrededor de ellas.
En este mágico lugar, vivían dos amigos muy especiales: Estrellita, una estrella traviesa y curiosa, y Planeto, un pequeño planeta lleno de vida. Un día como cualquier otro, Estrellita y Planeto decidieron explorar juntos el universo en busca de aventuras.
Se adentraron en el espacio infinito, saltando de una galaxia a otra, riendo y jugando sin parar. Pero de repente, algo inesperado sucedió: una gran tormenta cósmica los separó. -¡Estrellita! ¡Planeto! -gritaba Estrellita mientras era arrastrada por la fuerza de la tormenta.
-¡No te preocupes, amiga! ¡Te encontraré! -respondió Planeto con valentía antes de desaparecer detrás de una nube espacial. Estrellita se sintió sola y asustada en medio de la oscuridad del espacio.
Sin embargo, recordó las palabras sabias de su amigo Planeto: "Siempre hay una solución para cada problema en el universo". Con valentía y determinación, decidió buscar la manera de reunirse nuevamente con su amigo. Durante su travesía, Estrellita conoció a nuevos seres celestiales que la ayudaron en su búsqueda.
Un cometa veloz le mostró el camino correcto; una nebulosa brillante le dio esperanza; e incluso un agujero negro misterioso le enseñó que a veces es necesario atravesar la oscuridad para encontrar la luz.
Finalmente, después de superar muchos desafíos y aprender importantes lecciones en el camino, Estrellita divisó a lo lejos a su querido amigo Planeto. Ambos se fundieron en un abrazo cósmico lleno de alegría y gratitud por haberse reencontrado. -¡Nunca más nos separaremos! -exclamó emocionada Estrellita. -Así es, amiga.
Porque juntos somos más fuertes que cualquier tormenta cósmica que se interponga en nuestro camino -respondió sonriente Planeto. Desde ese día, Estrellita y Planeto continuaron explorando el universo juntos, enfrentando cada desafío con coraje y amor fraternal.
Su amistad demostraba que incluso en los rincones más remotos del cosmos, siempre hay luz y esperanza si uno tiene fe en sí mismo y en aquellos que lo rodean.
Y así siguieron brillando juntos por toda la eternidad como dos almas cósmicas inseparables.
FIN.