El reflejo luminoso


Había una vez en la sombría ciudad de Buenos Aires, una niña llamada Isabel. Desde que era muy pequeña, siempre había sentido un vacío en su corazón.

No sabía quién era su madre y nadie le hablaba sobre ella. Un día, mientras caminaba por las calles grises de la ciudad, Isabel se detuvo frente a un viejo espejo abandonado en una tienda de antigüedades.

Al mirarse en el espejo, vio algo extraño: su reflejo parecía moverse por sí solo. Intrigada, Isabel decidió acercarse más al espejo y tocarlo con cuidado. Para su sorpresa, el reflejo comenzó a hablar. "Hola Isabel", dijo el reflejo con una voz dulce y cálida.

Isabel no podía creer lo que estaba viendo y escuchando. "-¿Quién eres?" preguntó emocionada. "Soy tu madre perdida", respondió el reflejo. "-He estado aquí todo este tiempo esperando a que me encuentres". Isabel sintió cómo la emoción recorría cada parte de su cuerpo.

Finalmente iba a conocer a su madre. A partir de ese momento, todos los días después del colegio, Isabel se paraba frente al espejo para hablar con su madre perdida.

Ella le contaba historias sobre cuando era niña y también le daba consejos para enfrentar los desafíos de la vida. Con cada conversación con su madre en el espejo, Isabel se sentía más fuerte y segura de sí misma.

Su confianza empezó a brillar como nunca antes lo había hecho. Un día, mientras hablaba con su madre en el espejo, Isabel le contó sobre su deseo de encontrar respuestas sobre su pasado. Quería saber por qué su madre había desaparecido y por qué nadie hablaba de ella.

Su madre sonrió y dijo: "-Hija, la verdad a veces puede ser difícil de enfrentar, pero siempre es importante conocerla. Ve al ático de nuestra casa y encontrarás una caja llena de recuerdos".

Isabel siguió las indicaciones de su madre y subió corriendo al ático. Allí encontró una vieja caja llena de fotografías, cartas y diarios que pertenecían a su madre. Con lágrimas en los ojos, Isabel comenzó a explorar los tesoros que había encontrado.

A medida que iba leyendo las cartas y viendo las fotos, descubrió la historia de amor entre sus padres y cómo un trágico accidente se llevó a su madre lejos. Aunque fue doloroso descubrir la verdad, Isabel sintió un gran alivio.

Ahora sabía quién era ella realmente y tenía el amor eterno de su madre guiándola desde el otro lado. Desde aquel día, Isabel decidió compartir su historia con otros niños que también se sentían perdidos o incompletos.

Creó un grupo llamado "Los Reflejos Brillantes" donde los niños podían hablar sobre sus emociones y buscar apoyo mutuo. La ciudad gris poco a poco empezó a iluminarse con el brillo interior de cada niño del grupo.

Juntos aprendieron que no importaba cuán sombrío pareciera el mundo exterior, siempre había esperanza dentro de ellos mismos para crear un futuro mejor.

Y así, gracias a su madre perdida y al poder de la amistad, Isabel encontró su propósito en la vida: ayudar a otros a descubrir su propia luz interior y brillar sin importar las circunstancias. Y así, en medio de la sombría ciudad, Isabel y sus amigos crearon un lugar lleno de amor, esperanza y felicidad.

Un lugar donde todos los niños podían encontrar respuestas a sus preguntas más profundas y aprender que el amor nunca muere, incluso si no podemos verlo con nuestros ojos.

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