El Refugio de Amistad



Un día soleado, un pequeño perrito llamado Tito vagaba por las calles de una ciudad bulliciosa. Tito era un perro de pelaje marrón y ojos brillantes, pero estaba solo y triste porque había sido abandonado por su familia. Mientras caminaba, olfateó algo curioso. Era una casa abandonada, con ventanas polvorientas y una puerta que parecía crujir de viejo.

Intrigado, Tito se acercó y empujó la puerta con su nariz. "Hola, ¿hay alguien aquí?"- ladró con un tono esperanzado. La puerta chirrió y se abrió, revelando un interior desordenado pero acogedor.

Tito decidió entrar. La casa estaba llena de cosas olvidadas: juguetes rotos, muebles cubiertos de polvo y algunos objetos que parecían haber tenido historia. Mientras exploraba, escuchó un ruido detrás de una silla.

"¿Quién anda ahí?"- preguntó Tito, un poco asustado.

Para su sorpresa, de detrás de la silla apareció un gato negro con ojos amarillos. "Soy Nube, el gato aventurero. ¿Vos quién sos?"- dijo, rascándose la cabeza.

"Soy Tito, un perrito en busca de un lugar donde pertenezca"- respondió con un hilo de voz.

Nube se sentó y le sonrió. "No estás solo, ¡yo también vivo aquí!"- dijo con entusiasmo. "De hecho, tengo amigos que creo que te gustaría conocer."-

Curioso, Tito siguió a Nube a través de la casa hasta llegar a una habitación llena de luz. Allí encontró a dos perros: una perra golden llamada Luna y un pequeño terrier llamado Max.

"¡Hola!"- dijo Luna moviendo su cola. "He oído hablar de vos. Nube me contó que llegaste."-

"Sí, soy Tito. ¿Ustedes también viven aquí?"- preguntó Tito, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría.

"Sí, esta casa es nuestro refugio. A veces viene gente a dejar cosas, pero ya no tenemos un dueño. Sin embargo, encontramos muchos momentos divertidos juntos"- dijo Max, saltando emocionado.

Tito no podía creer lo que oía. "¿De verdad pueden vivir aquí sin un dueño?"- aventuró, mientras su cola movía rápido.

"Sí, lo hacemos"- respondió Nube. "Hemos creado nuestra propia familia. Lo más importante es que siempre estamos ahí unos para otros. Aquí podemos ser libres y felices. ¡Y encontramos comida en los contenedores de la ciudad!"-

Tito sonrió. Por primera vez, sentía que había encontrado un lugar donde podría pertenecer. Juntos, los cuatro amigos pasaron el día jugando a las escondidas y explorando cada rincón de la casa. A medida que caía la tarde, se sentaron en el jardín polvoriento, que aún mostraba trazos de flores.

"Me encanta estar aquí con ustedes"- dijo Tito, realmente emocionado. "Nunca pensé que encontraría amigos así"-

Luna lo miró con seriedad. "Recuerda que ser parte de una familia es cuidar los unos de los otros, siempre. Y nunca te olvides de ser amable"- dijo, mirando a Tito a los ojos.

"Sí, siempre hay que apoyarse"- agregó Max asintiendo con su cabeza. "Por ejemplo, si alguno de nosotros enfrenta un problema, siempre estamos listos para ayudar"-

Esa noche, mientras el cielo se llenaba de estrellas, Tito se acomodó en un rincón cálido de la casa con sus nuevos amigos. Ya no se sentía solo; había encontrado un refugio y una familia. De repente, un fuerte ruido resonó fuera de la casa. Todos miraron hacia la ventana, alarmados.

"¿Qué fue eso?"- preguntó Tito temblando un poco.

"No lo sé, pero debemos revisar"- dijo Nube, decidido.

Los cuatro amigos se acercaron a la puerta y vieron a un grupo de animales callejeros, temerosos y hambrientos.

"¿Qué les pasa?"- preguntó Tito.

"Estamos buscando comida y un lugar seguro donde quedarnos"- dijo una perra.

Tito miró a sus amigos, y todos supieron que tenían que ayudar. "Venid, entren a nuestra casa, aquí hay espacio para todos"- gritó Tito con fuerza.

Los animales entraron con cautela, y pronto estaban todos juntos, compartiendo lo poco que tenían. Creativamente, comenzaron a transformar la casa en un verdadero hogar, donde todos se cuidaban y ayudaban entre sí.

Así, Tito, Nube, Luna, y Max no solo encontraron la amistad, sino que también se convirtieron en un refugio para otros que, como ellos, solo buscaban un lugar donde sentirse amados y seguros. Un día, Tito sonrió mientras miraba a su alrededor. "Nunca pensé que encontraría no solo amigos, sino una familia. Gracias a todos por abrirme las puertas de su hogar"- dijo emocionado.

Y así, la casa abandonada no solo se convirtió en un refugio, sino en el punto de encuentro donde diferentes animales se unieron para ser felices y cuidarse mutuamente. Tito había encontrado su verdadero hogar, lleno de amor y amistad.

FIN.

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