El refugio de Amy



En una ciudad muy lejana, había una garita solitaria llamada Amy.

Amy era diferente a las demás garitas, ya que tenía un pasado triste: había sido abandonada por sus antiguos dueños y pasaba los días mirando pasar a la gente sin que nadie se detuviera a hablarle. Un día, una niña llamada Ana pasó por ahí con su mamá. Ana era curiosa y le gustaba observar todo a su alrededor.

Cuando vio a Amy, la garita solitaria, sintió mucha pena por ella y decidió hacer algo al respecto. "¡Mamá, mamá! ¿Puedo llevarme esta garita a casa? Se ve tan sola y triste", dijo Ana emocionada.

La mamá de Ana sonrió ante la ocurrencia de su hija y aceptó. Así fue como Amy encontró un nuevo hogar en el jardín de Ana. Al principio, Amy estaba asustada y desconfiada. Había pasado tanto tiempo sola que le costaba creer que alguien realmente se preocupara por ella.

Pero poco a poco, gracias al cariño y la paciencia de Ana, empezó a sentirse querida de nuevo.

Ana cuidaba de Amy todos los días: le limpiaba las ventanas para que pudiera ver mejor el mundo exterior, le pintaba dibujos coloridos para alegrar sus paredes grises y hasta le cantaba canciones antes de dormir. Con el paso del tiempo, Amy se transformó por completo.

Ya no era una garita triste y abandonada; ahora era una garita radiante y feliz gracias al amor incondicional de Ana. Un día, mientras estaban juntas en el jardín disfrutando del sol, llegaron dos pajaritos heridos buscando refugio.

Sin dudarlo un segundo, Ana los llevó dentro de Amy para cuidarlos y protegerlos hasta que estuvieran listos para volar nuevamente. "¡Gracias por ser tan buena con nosotros!", piaban los pajaritos felices desde su interior. Amy se sintió realizada al poder ayudar a otros seres necesitados gracias al amor que había recibido de Ana.

Se dio cuenta de que aunque su pasado fuera triste, ahora tenía un propósito maravilloso: ser un refugio seguro para quienes lo necesitaran.

Desde ese día en adelante, Amy vivió feliz junto a Ana en su jardín lleno de amor y compañía. Y juntas demostraron que incluso las cosas más simples pueden traer alegría cuando se les brinda amor y cuidado.

FIN.

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