El refugio de la montaña
Había una vez, en lo más alto de una montaña, un grupo de amigos que vivían rodeados de un hermoso paisaje. El sol brillaba intensamente, las flores adornaban el prado y los árboles danzaban al ritmo del viento.
Pero a medida que pasaba el tiempo, los amigos comenzaron a tomar caminos diferentes. Primero fue Tomás, quien decidió mudarse a la ciudad para seguir su sueño de convertirse en fotógrafo.
Luego, Martina se fue a estudiar música en una prestigiosa academia y Pedro encontró trabajo en un lejano pueblo como maestro. El último amigo que quedaba en la montaña era Juanito.
Aunque estaba triste por la partida de sus compañeros, sabía que debía hacer algo para llenar ese vacío. Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, se encontró con un pequeño lobo cachorro perdido y abandonado. Juanito no pudo resistirse y decidió llevarlo consigo.
Lo llamó —"Lupito" y juntos comenzaron una nueva aventura en la montaña. Lupito creció fuerte y valiente bajo el cuidado amoroso de Juanito. Un día, mientras jugaban cerca del río, escucharon un débil llanto proveniente del otro lado del agua.
Corrieron rápidamente hacia allí y descubrieron a un pajarito atrapado entre las ramas caídas de un árbol. Juanito trepó con habilidad hasta llegar al pequeño pájaro y lo liberó con mucho cuidado.
Desde aquel momento, el pajarito llamado —"Pepito" se convirtió en el mejor amigo de Lupito y Juanito. Con el tiempo, la noticia de las increíbles aventuras de Juanito, Lupito y Pepito se extendió por toda la montaña. Los animales del lugar comenzaron a acercarse para conocerlos y compartir sus historias.
Un día, una familia de conejitos se perdió en el bosque. Desesperados, buscaron ayuda y encontraron a nuestros amigos. Juanito, Lupito y Pepito no dudaron ni un segundo en ayudarlos a encontrar su camino de regreso a casa.
A medida que pasaba el tiempo, más y más animales llegaban a la montaña buscando amistad y protección. Todos ellos encontraban refugio en la gran familia que se había formado con Juanito al frente.
La montaña volvió a estar llena de risas, juegos y compañerismo. Cada día era una nueva aventura para todos los amigos que vivían allí.
Juntos aprendieron sobre el respeto por la naturaleza, la importancia de cuidar los unos de los otros y cómo cada uno puede hacer una diferencia en el mundo. Y así fue como Juanito descubrió que aunque sus amigos se habían ido, nunca estuvo solo. La amistad verdadera siempre encuentra su camino hacia nosotros cuando abrimos nuestro corazón.
El grupo de amigos ya no estaba junto físicamente, pero seguían conectados por los recuerdos compartidos y el amor incondicional que sentían entre sí.
Y mientras tanto, Juanito seguía creciendo rodeado del amor de su gran familia animal en lo alto de aquella hermosa montaña.
FIN.