El Refugio de la Tranquilidad
Había una vez una familia conformada por Juan, Ana y su pequeña hija Lola, que vivían en medio del bullicio de la ciudad.
Desde que se levantaban hasta la hora de dormir, el ruido constante de los autos y las multitudes les generaba estrés y cansancio.
Un día, mientras paseaban por un parque atestado de gente y con el sonido ensordecedor de las bocinas resonando en sus oídos, Ana dijo: "¡Esto es demasiado para nosotros! Necesitamos encontrar un lugar tranquilo donde podamos descansar y disfrutar en familia". Juan asintió con tristeza, pues sabía lo infelices que estaban en ese ambiente caótico. Decidieron entonces emprender la búsqueda de un hogar lejos del ruido y las aglomeraciones.
Después de mucho buscar, encontraron una casita acogedora en el campo. Estaba rodeada de árboles frondosos, flores silvestres y pájaros cantando alegremente. Era justo lo que habían estado buscando.
Al entrar a su nuevo hogar, respiraron profundo y sintieron paz en sus corazones. Lola corrió emocionada por el jardín, reagarrando flores y persiguiendo mariposas. Juan abrazó a Ana con cariño y dijo: "Finalmente encontramos nuestro pedacito de cielo". Los días pasaron tranquilos en aquel lugar lleno de armonía.
Juan construyó un columpio para Lola bajo la sombra de un viejo roble, mientras Ana plantaba un huerto con verduras frescas para su familia.
Una noche, mientras cenaban al aire libre bajo un cielo estrellado, Lola preguntó curiosa: "¿Por qué nos mudamos aquí?". Juan sonrió y respondió: "Porque queríamos encontrar la calma que nos faltaba en la ciudad. Y aquí estamos felices juntos". Lola asintió con una sonrisa iluminando su rostro infantil.
Se sentía agradecida por tener unos padres tan amorosos que buscaban siempre su bienestar. Así, esta familia encontró su sueño en aquel hogar alejado del bullicio urbano; aprendieron a valorar la paz y la naturaleza que los rodeaba.
Y cada noche se dormían felices escuchando el susurro del viento entre los árboles como arrullo para sus sueños más dulces.
FIN.