El refugio de las nubes


Había una vez un hombre llamado Juan que siempre había soñado con ser una nube. Desde pequeño, miraba al cielo y se imaginaba flotando entre las blancas esponjosas y cambiando de forma con el viento.

Sus amigos lo consideraban extraño por querer ser algo tan diferente, pero él no podía evitar sentirse atraído por la idea. Un día, mientras caminaba por el campo, Juan encontró un anciano sabio sentado bajo un árbol.

El sabio le preguntó qué era lo que más deseaba en el mundo, y sin dudarlo, Juan respondió: "Quiero ser una nube". El anciano sonrió y le dijo: "Si realmente quieres lograrlo, debes seguir tu corazón".

Juan decidió entonces emprender su camino hacia la cima de una montaña cercana para estar más cerca del cielo. Allí construyó su hogar y comenzó a observar las nubes cada día.

Aprendió todo sobre ellas: cómo se forman, cómo cambian de forma y cómo se mueven con el viento. Pero pronto llegaron los días oscuros en los que el sol no salía y la lluvia caía sin cesar.

Las nubes grises cubrían constantemente el cielo y Juan comenzó a sentirse triste e impotente ante tanta lluvia. Fue entonces cuando recordó las palabras del sabio: "Debes seguir tu corazón". Así que decidió hablar con las nubes grises como si fueran sus amigos. "Hola nubes -dijo-.

¿Por qué están tan tristes? ¿Qué puedo hacer para ayudarlas?"Las nubes grises se quedaron sorprendidas por las palabras de Juan, pero lentamente comenzaron a contarle sus problemas.

Le dijeron que habían estado lloviendo tanto porque no tenían un lugar donde descansar y que estaban cansadas de moverse sin parar. Juan pensó en cómo podría ayudarlas y entonces tuvo una idea. Construiría un lugar especial para ellas en la cima de la montaña, donde podrían descansar y relajarse antes de continuar su camino.

Con mucho esfuerzo, construyó una plataforma grande y cómoda para las nubes grises. Allí podían descansar mientras se alimentaban del aire fresco de las montañas.

Las nubes grises estaban muy agradecidas con Juan por su ayuda y le prometieron que siempre estarían allí para él cuando lo necesitara. A partir de ese día, el cielo se llenó de hermosas nubes blancas que flotaban libremente gracias al esfuerzo y dedicación de Juan.

Y así fue como Juan aprendió que seguir su corazón puede llevarlo a lugares inesperados e incluso ayudarlo a hacer realidad sus sueños más locos.

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