El refugio de los cien dálmatas
Había una vez una pequeña niña llamada Juli que amaba los perros. Tenía un sueño: quería tener cien dálmatas como mascotas. Todos los días, Juli pasaba horas dibujando y recortando imágenes de dálmatas para pegarlas en su habitación.
Un día, mientras paseaba por el parque, Juli encontró a un cachorro de dálmata abandonado. El perrito tenía manchas negras y blancas por todo su pelaje, y sus ojitos brillaban de tristeza.
Sin pensarlo dos veces, Juli decidió llevarlo a casa y cuidarlo. Lo llamó Pongo y se convirtieron en los mejores amigos del mundo. Juli le enseñó a sentarse, dar la pata e incluso hacer piruetas divertidas.
Poco a poco, Pongo comenzó a recuperar la alegría que había perdido cuando estaba solo. Un día soleado, mientras jugaban en el jardín trasero de la casa, algo mágico ocurrió. De repente, apareció otro cachorro de dálmata idéntico a Pongo.
¡Era como si se hubiera clonado! Juli no podía creerlo; ahora tenía dos perros dálmatas como mascotas. Pero eso no fue todo: al día siguiente aparecieron otros dos cachorritos más en su puerta. Y al siguiente día otros dos más...
¡y así sucesivamente! Pronto se dio cuenta de que cada noche aparecían nuevos cachorros en su jardín. Juli estaba feliz con tantos perros adorables correteando por todos lados, pero también preocupada porque no sabía qué hacer con tantos animales.
Decidió buscar ayuda, así que fue a la casa de su vecina, la señora Marta. "¡Señora Marta, necesito su ayuda! Mi jardín está lleno de cachorros dálmatas y no sé qué hacer con todos ellos", le dijo Juli angustiada.
La señora Marta sonrió y le dio una gran idea a Juli: "¿Por qué no abres un refugio para perros? Así podrás cuidarlos a todos y encontrarles hogares amorosos". Juli se emocionó con la idea y comenzaron a trabajar en el proyecto.
Juntos, construyeron un hermoso refugio para los perros dálmatas. Pusieron camitas cómodas, juguetes divertidos y hasta una piscina para que los cachorros pudieran nadar. Pronto, el refugio se llenó de voluntarios dispuestos a ayudar a Juli.
Los niños del barrio venían a pasear y jugar con los perros, mientras que los adultos ofrecían donaciones para alimentarlos y cuidarlos adecuadamente.
Poco a poco, cada uno de los cien cachorritos encontró un hogar lleno de amor gracias al esfuerzo de Juli y sus amigos. Pero ella decidió quedarse con Pongo como su fiel compañero. Con el tiempo, el refugio creció tanto que tuvieron que mudarse a un lugar más grande.
Ahora tenían espacio para recibir todo tipo de perros abandonados y darles una segunda oportunidad. Juli aprendió muchas cosas durante esta aventura: sobre la importancia del cuidado animal, sobre cómo ayudar a otros seres vivos y también sobre cómo convertir sus sueños en realidad.
Y aunque ya no tenía cien dálmatas, tenía un corazón lleno de amor y gratitud por cada uno de los perros que había conocido.
Y así, Juli siguió ayudando a los animales en su refugio, convirtiéndose en una inspiración para todos los niños del barrio. Su historia demostraba que con perseverancia y la ayuda de otros, cualquier sueño puede hacerse realidad.
Desde entonces, Juli vivió feliz rodeada de perros felices y encontró su propósito en la vida: cuidar y proteger a aquellos que más lo necesitan. Y siempre recordaría aquel día mágico en el parque cuando encontró a Pongo y comenzó esta increíble aventura llena de amor.
FIN.