El refugio de Martín



Había una vez un valiente niño llamado Martín, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, descubrió una misteriosa mansión abandonada.

Lleno de curiosidad, Martín decidió entrar y explorar la mansion. Al abrir la puerta principal, se encontró con un escalofriante pasillo lleno de esqueletos colgando del techo. El niño no pudo evitar asustarse un poco, pero recordó que era valiente y decidió seguir adelante.

Mientras caminaba por los oscuros pasillos de la mansión, escuchó unos ruidos extraños provenientes del sótano. Sin pensarlo dos veces, bajó las escaleras y allí encontró a unos zombies jugando al pilla-pilla entre ellos.

Martín sabía que los zombies eran seres asustadizos y solitarios que solo querían divertirse como cualquier otro niño. Se acercó a ellos con una sonrisa amigable y les propuso jugar juntos. - ¡Hola! ¿Les gustaría jugar conmigo? - preguntó Martín entusiasmado.

Los zombies se sorprendieron al ver a alguien tan valiente como Martín tratándolos con amabilidad. Aceptaron encantados la propuesta del niño y comenzaron a correr por toda la mansión jugando al escondite.

Mientras tanto, en el jardín trasero de la mansión había un hermoso campo de flores marchitas y tristes. Las flores anhelaban ser regadas para poder crecer fuertes y coloridas nuevamente. Martín se dio cuenta de la tristeza de las flores y decidió ayudarlas.

Buscó una regadera en el cobertizo cercano y comenzó a regar cada una de las plantas, con mucho amor y cuidado. Poco a poco, las flores empezaron a revivir. Sus pétalos volvieron a ser brillantes y llenos de vida.

Era un espectáculo maravilloso ver cómo el jardín se transformaba en un lugar lleno de colores vibrantes. Cuando los zombies vieron lo que Martín había logrado con las flores, se sintieron inspirados por su generosidad y decidieron hacer algo bueno también.

Juntos, limpiaron la mansión abandonada y la convirtieron en un refugio para animales sin hogar. La noticia sobre la increíble transformación de la mansión llegó rápidamente al pueblo, donde todos quedaron sorprendidos del trabajo realizado por Martín y los zombies.

La gente del pueblo decidió unirse a ellos para seguir cuidando del refugio y ayudar a los animales necesitados.

Así fue como aquel niño valiente llamado Martín enseñó que no debemos juzgar por apariencias, ya que incluso los zombies pueden tener buen corazón. También demostró cómo pequeños actos de bondad pueden transformar lugares oscuros en espacios llenos de vida. Desde ese día, Martín se convirtió en el héroe del pueblo y todos lo admiraban por su valentía y generosidad.

Y aunque la mansión seguía siendo misteriosa con sus esqueletos colgando del techo, ahora era conocida como "La Mansión de las Flores" gracias al hermoso jardín que Martín y los zombies habían creado. Fin.

FIN.

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