El refugio de Santiago
Había una vez un niño llamado Santiago, quien vivía en una pequeña casa en un pueblo cerca del mar. Un día, mientras jugaba en el jardín, una tormenta se acercó rápidamente y comenzó a llover con fuerza.
Santiago corrió hacia su casa para refugiarse, pero justo antes de entrar, escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Se acercó sigilosamente y descubrió que había un pequeño nido de palomas con dos huevos dentro.
El niño sintió pena por las palomas y decidió protegerlos de la lluvia. Corrió a buscar una caja vacía y colocó el nido adentro con mucho cuidado.
Luego, tomó la caja y se dirigió hacia el garaje donde su papá guardaba su antiguo auto descompuesto. La idea de Santiago era convertir el auto en un refugio temporal para las palomas hasta que pasara la tormenta. Empujando con todas sus fuerzas, logró abrir la puerta del garaje y metió el auto dentro.
Santiago acomodó el nido en uno de los asientos traseros del auto e improvisó cortinas utilizando viejas sábanas colgadas del techo para protegerlo aún más. Estaba contento porque las palomas estarían seguras y secas durante la tormenta.
Sin embargo, cuando intentó salir del garaje, se dio cuenta de que estaba atascado. El viejo auto no arrancaba debido a su estado deteriorado por años sin uso.
Santiago comenzó a preocuparse; ¿cómo podría salir ahora? Desesperadamente buscando una solución, observó por la ventana del garaje y vio a su vecino, Don Pedro, trabajando en su jardín. Santiago llamó su atención y le explicó la situación.
"Don Pedro, ¡estoy atrapado en el garaje con mi auto!" - exclamó Santiago angustiado. Don Pedro se acercó al garaje y evaluó la situación. Con una sonrisa amable, le dijo a Santiago que no se preocupara y que lo ayudaría a salir de allí.
Usando sus herramientas de jardinería, Don Pedro logró abrir la puerta del garaje desde afuera. Santiago estaba muy agradecido por su ayuda y decidió invitarlo a tomar una taza de chocolate caliente para expresarle su gratitud.
Mientras disfrutaban del chocolate caliente en la cocina, Santiago le contó a Don Pedro sobre las palomas y cómo había convertido el viejo auto en un refugio para ellas durante la tormenta.
Impresionado por la bondad de Santiago hacia los animales, Don Pedro sugirió llevar el auto al taller mecánico local para repararlo. Dijo que una vez arreglado, podrían donarlo a una organización benéfica que cuidaba de las aves heridas o abandonadas. Santiago saltaba de alegría ante esa idea.
No solo las palomas estarían seguras durante futuras tormentas, sino que también podría ayudar a otras aves necesitadas. Juntos llevaron el auto al taller mecánico donde fue reparado con mucho amor.
Cuando estuvo listo, lo entregaron a la organización benéfica donde sería utilizado como transporte para rescatar aves heridas o abandonadas. Santiago aprendió muchas lecciones valiosas ese día: sobre el cuidado de los animales, la importancia de pedir ayuda cuando se necesita y cómo un pequeño acto de bondad puede tener un gran impacto en el mundo.
A partir de ese momento, Santiago se convirtió en un defensor de los animales y siempre estaba dispuesto a ayudarlos.
Y cada vez que veía una paloma volando por el cielo, recordaba esa hermosa historia que comenzó con una tormenta, un auto y una paloma abandonada.
FIN.