El Refugio Encantado de Patricia Granja
En un pequeño pueblo llamado Villa Verde, vivía una niña muy curiosa y valiente llamada Patricia Granja.
A Patricia le encantaba explorar los alrededores de su casa, descubrir nuevos lugares y hacer amigos con todos los animales que encontraba en el camino. Una mañana, mientras caminaba por la carretera que llevaba al bosque cercano a su casa, Patricia notó que unas nubes oscuras empezaban a cubrir el cielo.
Sabiendo que se acercaba una tormenta, decidió regresar a su hogar lo más rápido posible. Sin embargo, antes de poder dar media vuelta, comenzó a llover intensamente. Patricia buscó refugio bajo un árbol y observó cómo la lluvia caía con fuerza sobre el camino de tierra.
En ese momento, escuchó un ruido extraño proveniente de un charco cercano. Al acercarse para investigar, descubrió a una pequeña tortuga atrapada entre las ramas de un arbusto. "¡Oh no! ¿Estás bien?", preguntó Patricia preocupada.
La tortuga miró a Patricia con sus ojos tristes y asintió lentamente. Sin dudarlo, la niña decidió ayudarla a salir del arbusto y llevarla hasta su caparazón para protegerla de la lluvia.
"Tranquila amiguita tortuga, te cuidaré hasta que pase la tormenta", dijo Patricia con ternura. Decidida a encontrar un lugar seguro para la tortuga, Patricia levantó su caparazón y comenzó a caminar por la carretera bajo la lluvia torrencial.
Mientras avanzaban lentamente, se dio cuenta de que el agua había inundado parte del camino y les resultaba difícil seguir adelante. De repente, vio una luz brillante entre las nubes grises y escuchó el canto melodioso de unos pájaros.
Siguiendo esa guía inesperada, llegaron a un desvío en el camino donde se encontraba una hermosa pradera verde bañada por los rayos del sol que lograban filtrarse entre las nubes. "¡Mira tortuguita! ¡Hemos encontrado un refugio seguro!", exclamó Patricia emocionada.
La tortuga asomó su cabeza fuera del caparazón y observando maravillada el paisaje frente a ella. Juntas disfrutaron del calor del sol mientras esperaban pacientemente a que la lluvia cesara por completo. Después de un rato, las nubes se disiparon y el cielo se iluminó nuevamente.
La tortuga parecía feliz y agradecida por haber conocido a alguien tan valiente como Patricia Granja. "Gracias por salvarme", murmuró la tortuga con voz suave pero llena de gratitud. "No hay problema amiguita tortuga", respondió Patricia sonriendo-.
"Recuerda siempre que juntos podemos superar cualquier obstáculo en nuestro camino". Con esa experiencia inolvidable grabada en sus corazones, Patricia Granja y su nueva amiga continuaron explorando juntas aquel hermoso mundo lleno de sorpresas e historias por descubrir.
FIN.