El regalo celestial


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina llamado Belén, donde vivían María y José. María era una joven muy especial, llena de amor y bondad, mientras que José era un hombre trabajador y honesto.

Ambos estaban comprometidos y esperaban con ansias el día de su boda. Un día, mientras María estaba en casa, recibió la visita del ángel Gabriel.

El ángel le dijo que había sido elegida por Dios para ser la madre del hijo de Dios. María se sorprendió pero aceptó con humildad la voluntad divina. María corrió a contarle a José lo ocurrido.

Al principio él no podía creerlo, pero después de reflexionar y recibir un sueño revelador, decidió apoyar a María en esta misión tan importante. El emperador Augusto había ordenado un censo en todo el país y todos debían viajar a sus lugares de origen para registrarse.

Así que José y María tuvieron que hacer un largo viaje desde Nazaret hasta Belén. Cuando llegaron a Belén, el pueblo estaba lleno de gente debido al censo. No encontraron lugar donde hospedarse así que terminaron alojándose en un establo junto a los animales. Allí fue donde nació Jesús.

En esa misma noche, unos pastores estaban cuidando sus ovejas en las afueras del pueblo cuando fueron visitados por un grupo de ángeles cantando "Gloria a Dios en las alturas". Los pastores quedaron maravillados ante tal espectáculo celestial.

Uno de los ángeles les dijo: "-No teman- Les traigo buenas noticias: hoy ha nacido el Salvador". Los pastores se miraron emocionados y decidieron ir al establo a conocer al recién nacido.

Al llegar al establo, los pastores encontraron a María, José y al niño Jesús. Se arrodillaron ante él y le ofrecieron regalos humildes pero llenos de amor: lana para abrigarlo, leche para alimentarlo y una canción para alegrar su corazón.

Los pastores regresaron a sus ovejas con el corazón lleno de felicidad. Contaron a todos lo que habían visto y escuchado en el establo. La noticia del nacimiento del niño Jesús se fue propagando por todo Belén.

Las personas comenzaron a visitar el establo para ver al bebé y darle regalos. Los reyes magos también llegaron desde lejos guiados por una estrella brillante en el cielo. Le ofrecieron incienso, oro y mirra como símbolo de respeto y adoración.

El nacimiento de Jesús fue un momento mágico que inspiró a las personas a ser más bondadosas, generosas y compasivas entre sí. A partir de ese día, la vida en Belén cambió para siempre.

María, José y Jesús vivieron momentos felices juntos antes de emprender un nuevo camino lleno de bendiciones. El niño creció siendo amado por todos aquellos que conocían su historia.

Y así termina esta hermosa historia del nacimiento del Niño Jesús en Belén, donde el amor puro e incondicional iluminó los corazones de las personas y nos enseñó que la verdadera riqueza está en compartir nuestro amor con los demás.

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