El regalo celestial
Había una vez en el cielo un arcángel celestial llamado Rafael, cuya misión era cuidar de todas las criaturas de la Tierra.
Un día, mientras volaba por los campos, vio a un querubín celestial llamado Lucía reagarrando uvas en un hermoso viñedo. - ¡Hola, Lucía! ¿Qué estás haciendo? -preguntó Rafael con curiosidad. - Hola, Rafael. Estoy recolectando estas deliciosas uvas para preparar jugo y compartirlo con todos nuestros amigos del cielo -respondió Lucía con una sonrisa radiante.
Rafael se sintió inspirado por la generosidad de Lucía y decidió ayudarla a recolectar más uvas para que pudieran hacer más jugo y repartirlo entre los demás querubines y ángeles del cielo.
Mientras trabajaban juntos, Rafael le contó a Lucía sobre su preocupación por algunos humanos en la Tierra que no tenían suficiente comida para comer. Lucía escuchaba atentamente y luego tuvo una brillante idea.
- ¡Ya sé qué podemos hacer, Rafael! Podemos llevarles algunas de estas uvas a los humanos que más lo necesitan. Seguro les alegrará el corazón y les dará fuerzas para seguir adelante -propuso entusiasmada Lucía. Rafael asintió emocionado con la propuesta de Lucía y juntos llenaron el carro de uvas hasta arriba.
Con sus alas resplandecientes, emprendieron vuelo hacia la Tierra llevando consigo el preciado cargamento de uvas. Al llegar a un pequeño pueblo, encontraron a una familia muy humilde que apenas tenía qué comer.
Sin dudarlo, Rafael y Lucía les regalaron las uvas recién recolectadas. La familia no podía creer tanta bondad y generosidad por parte de los seres celestiales. - ¡Gracias, gracias infinitas! Estas uvas son un verdadero tesoro para nosotros.
Nunca olvidaremos este gesto tan noble -agradeció la madre de familia con lágrimas en los ojos. Rafael y Lucía se despidieron con una cálida sonrisa en sus rostros sabiendo que habían hecho algo bueno por aquellos que más lo necesitaban.
Mientras regresaban al cielo, ambos se sentían felices y satisfechos por haber compartido amor y esperanza a través de las simples pero poderosas uvas.
Desde ese día en adelante, Rafael y Lucía continuaron trabajando juntos para ayudar a quienes lo necesitaban, recordando siempre que incluso las acciones más pequeñas podían traer grandes bendiciones a aquellos que menos tienen.
Y así, su amistad floreció aún más fuerte al comprender el verdadero significado de dar sin esperar nada a cambio: amor incondicional hacia todos los seres del universo.
FIN.